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Profesor Pablo Sanz Pedrero,
como Académico y Compañero
MANUEL DOMÍNGUEZ CARMONA
Académico de Número de la Real Academia Nacional de Farmacia
Excmo. Señor Presidente de la Real Academia Nacional de Farma-
cia, Doctor Reol Tejada; Excmo. Señor Presidente, Honorario, Profe-
sor Santos Ruiz; Excma. Secretaria de la Academia, Profesora Fran-
cés; Excma. Señora Mercedes Pastor, viuda de Sanz Pedrero; Excmos.
e Iltmos. Señoras y Señores Académicos, Señoras y Señores.
Agradezco vivamente la confianza que la Junta de Gobierno ha
puesto en mí, para glosar en la Academia la figura insigne del Pro-
fesor Sanz Pedrero como Académico y Compañero, para lo cual no
puedo aportar más mérito que haber sido amigo suyo, mérito que
todos nosotros ostentamos; amistad no sólo personal sino familiar,
concretada en inolvidables cenas familiares en unión del Profesor
Espinós, con nuestras esposas. Vaya aquí mi emocionado recuerdo
por su definitiva ausencia, mi reconocimiento y gratitud a esa amis-
tad, que continuamente me demostró desde que llegué a Santiago y
me incorporé al claustro de Fonseca, de la Facultad de Farmacia.
Vamos a recordar a un hombre, a un ser como al que se refería
Antígona cuando profirió: «Muchas cosas hay admirables, pero nin-
guna lo es más que el hombre», lo que Menarco corroboró al decir:
«El hombre, qué cosa tan maravillosa, ¡si es verdaderamente un hom-
bre!» El Profesor Sanz Pedrero era el prototipo de este verdadero
hombre. Ingresó en la Real Academia de Farmacia, nuestra Academia,
como Académico Correspondiente en 1963 de la mano de su maestro
el Profesor Ramón Portillo, llevando en su enorme currículo el apren-
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