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S. JIMÉNEZ  ANAL. REAL ACAD. NAL. FARM.

        En 1831 se fundó en Inglaterra la British Associatión for the
Advancement for Science (Asociación Británica para el Avance de la
Ciencia), como respuesta a determinados problemas surgidos en el seno de la

Royal Societe. Uno de los actos de la Asociación de mayor trascendencia fue
encargar a Liebig un informe sobre la Química Agrícola, que este asumió con
tal entusiasmo, que no se limitó a las cuestiones de fertilidad sino que
alcanzó hasta la producción alimentaria.

        No hay duda de que este trabajo fue el punto de partida de la Química
del Suelo y de la Nutrición, razones suficientes para que se le considere como
el creador de la Química Agrícola.

        La pérdida de capacidad productiva de un suelo agrícola como
consecuencia de su uso reiterado era un hecho conocido desde hacía siglos,
al igual que lo eran los intentos empíricos por impedirlo incorporando al
suelo ciertos de residuos, como cenizas, huesos, materia orgánica, etc.

        La literatura de épocas remotas es abundante en citas históricas,
mitológicas y bíblicas de este tipo. En el primer milenio (b.C) hay alusiones
al uso del estiércol en Homero (Odisea), Jenofonte, Teofrasto y algunos otros
escritores. Este último se refiere también al salitre y al entierro de
leguminosas como medio para mejorar el rendimiento de las cosechas, ¡lo
cual, y aunque ignoraran la causa, era tener noticia de la fijación natural del
nitrógeno atmosférico! Dos siglos después Plinio el Antiguo o el Naturalista
vuelven a aludir al salitre para fertilizar las plantas, aunque debieran haber

dicho los suelos, y hablan del empleo de salmuera en el cultivo de las

palmeras. En el Código Deuteronomico (12.16) se prohíbe comer la sangre
de los animales, que debe de ser derramada sobre la tierra como el agua. En

la Biblia se encuentra un pasaje en el que el viñador pide al Señor que le
autorice a no arrancar su viña durante un año por si después de cavada y
abonada con estiércol diera fruto al año siguiente. Colmuela, en el siglo I,
escribe un Tratado sobre Economía Agraria en el que insiste en la necesidad
de devolver al suelo los residuos naturales, y ya en los más recientes siglos
XVI y XVII, Palisy (1510-15877) y el Médico Botánico alemán Baüer

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