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VOL. 68 (1), 2002 URBANISMO Y SALUD PÚBLICA
manar, producía el efecto de un murmullo. De acuerdo con la información
del citado Pedro de Medina, ya debía de haber cuatro anteriores en el lugar
donde desembocaba la larga y recta calle de las Huertas en el Prado de San
Jerónimo, la cual también estaba muy arbolada gracias a los frutales de sus
huertas cercadas. Eran circulares, de piedra berroqueña, sostenidas por un
gran balaustre y se adoquinaron todo alrededor para evitar que el agua que
salpicaban formara barrizales.
A la entrada del Paseo el escultor italiano Juan Antonio Sormano,
quien ya había trabajado anteriormente en las que decoraban los jardines de
la Casa del Campo, hizo una quinta que resultó especialmente actual por su
diseño. Se trataba de un ancho pilón o abrevadero en uno de cuyos lados
cortos puso un delfín de bronce por cuya boca manaba agua de un caño y al
que acompañaba en relieve la palabra "bueno". El animal se reflejaba, en el
lado opuesto, en un espejo de bronce, encerrado dentro de una culebra de
cuya boca salía otro caño, y donde una inscripción rezaba "Vida y Gloria".
Con este pequeño juego de adivinanzas se pretendía que el paseante
desvelara el mensaje completo (Del fin bueno, vida y gloria), y lo hiciera
suyo propiciado por el ambiente sensorial de verdor y frescor, y por el
"gracioso murmullo" emitido por el agua que salía de los caños.
Tras contemplar el conjunto formado por estas cinco fuentes, y, nada
más entrar en el Paseo, había otra de cinco caños; de cuatro de ellos caía el
agua formando arcos, mientras que del quinto se erguía un chorro que subía
más que ningún otro. Frente a ésta y a mano izquierda otra, con más de cien
caños, lograba "muy suave sonido". Alrededor, tenía labrados unos asientos
en semicírculo, lo que en verano constituía una excelente recreación "porque
el agua sale tan desparzida y por tantos caños, que parece siempre llover"14.
Un poco más adelante la siguiente ofrecía al paseante "cuatro golpes de agua
gruessos" que al caer sobre la bacía, hacían "grande ruido y suave
harmonía". Al final de la perspectiva del paseo arbolado se veía otra que
tenía un enorme chorro central de dos palmos de ancho de en medio del cual
salían dos caños de medio real15. Finalmente, frente al monasterio de San
14 Cfr. J.López de Hoyos, op.cit. p.8v.
15 El medio real era la mitad del real de agua o real fontanero, una unidad hidraúlica básica
para la medida que se usaba en Madrid. Se llamaba así porque el líquido salía por un orificio
cuyo diámetro coincidía con el de la moneda de un real (1'35 cm.), lo que debía equivaler a
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