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ANA Mª JIMÉNEZ GARNICA ANAL. REAL ACAD. NAC. FARM
Felipe II mandó proyectar y reordenar un espacio verde al Este de la
ciudad. Cuenta Mesonero Romanos en el s. XIX5, que los madrileños ya
venían disfrutando del tramo que discurría entre la carrera de san Jerónimo y
la Calle de Alcalá, antes de que Madrid se convirtiera en sede regia. De
hecho, en 1543, Pedro de Medina6 lo calificaba de "grande y hermosisima
alameda, puestos los álamos en tres órdenes, que hacen dos calles muy
anchas y muy largas, con cuatro fuentes hermosisimas y de lindisima agua, a
trechos puestas por la una calle, y por la otra muchos rosales entretejidos a
los pies de los árboles".
Por otra parte, el tramo que discurría hasta el camino de Atocha, y de
ahí al pueblo de Vallecas, y que aparece citado en el fuero de Madrid de
comienzos del S. XIII como Prado de Atocha, lo formaba una alameda con
dos órdenes de árboles.
Fue allí donde el Rey ordenó que debían abundar fuentes y árboles
para servir de transición entre el espacio rural de huertas, donde estaba
enclavado el emblemático monasterio de los Jerónimos, y el desordenado y
feo espacio urbano inmediato, tan contrario a su idea de que las ciudades
debían ser hermosas. Sin duda, él conocía el valor terapéutico de las plantas
medicinales, y, por eso fundó en Aranjuez un herbario, una farmacia real en
Madrid y otra en El escorial. Además, como buen humanista, entendía y
vivía el valor de los bosques y jardines para el esparcimiento mental y el
goce de buena salud7.
Los madrileños solían salir en invierno al Prado de San Jerónimo a
buscar el sol, y en las tardes y noches de verano a gozar de la frescura del
viento. Entonces, allí había "muchas buenas músicas, sin daños, perjuicios ni
deshonestidades, por el buen cuidado y diligencia de los alcaldes de la
Corte". En el s. XVI, el Prado Viejo no abarcaba la inmensa extensión que
tenía en época de Mesonero Romanos cuando, bajo la común denominación
5 MESONERO ROMANOS, R.: El Antiguo Madrid. Paseos histórico- anecdóticos por
las calles y casas de esta villa, Madrid, 1861 (ed. facsímil de 1981), p.217 y ss.
6 Cfr. Grandezas y cosas memorables de España, Alcalá, 1560, citado en R.
MESONERO, op.cit., p 222.
7 El Renacimiento consideró modélicas las ideas vertidas por Horacio en su Épodo que lo
dedicó a aquellas persona felices que pueden disponer de un campo risueño donde alejarse
de las obligaciones diarias (Beatus ille qui procul negotiis...)
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