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VOL. 68 (1), 2002 URBANISMO Y SALUD PÚBLICA
del progreso y ciudad se convirtió en residencia del rey y de los grandes
señores, lo que obligaba a su transformación definitiva y no solamente a
cambios puntuales, y en ocasiones efímeros, como había ocurrido con las
grandes Fiestas en los s. XVI y XVII.
En 1715 nombró corregidor de la Villa a Francisco Antonio Salcedo
y Aguirre, marqués del Vadillo, quien fue uno de los primeros en
comprender las exigencias de la ciudad moderna. Bajo su gobierno, el
arquitecto Pedro de Ribera acometió la construcción del Puente de Toledo y
del Paseo de la Virgen del Puerto donde, una vez más, se echó mano al
recurso decorativo de la abundante vegetación y diversas fuentes. También
mandó levantar otras de labra magnífica en el interior de la ciudad (las de la
Puerta del Sol, Red de San Luis, de Antón Martín, y la de la calle de San
Juan) para que prestaran servicio a un vecindario en constante expansión.
Pero las fuentes no evitaron que Madrid en verano siguiera siendo una
ciudad fétida y polvorienta, aunque ya tenía calles anchas, plazas grandes y,
en general, se la consideraba como una ciudad bella26. Los madrileños
estaban contentos con esa pestilencia al entender que purificaba el aire y
absorbía cualquier exhalación corrompida.
Desde el palacio del Buen Retiro, Fernando VI puso sus ojos en el
Prado Viejo, entonces tremendamente descuidado pese a que se seguía
usando como paseo público27, y confió un proyecto de reforma al ingeniero
José de Hermosilla, quien pudo hacer poco más que sus bosquejos28, iniciar
los desmontes y pensar en la adecuada infraestructura del futuro Paseo antes
de la temprana muerte del Monarca el 10 de agosto de 1759. En 1750 ya se
había terminado un nuevo viaje de agua, el de Atocha, que moría
precisamente en la exedra que, años después, ocuparía la fuente de Cibeles y
que, por entonces, ocupaba el Pilón de la Calle de Alcalá. Con este nuevo
viaje y los dos antiguos del Bajo Abroñigal y Alto Abroñigal quedaba
garantizado el adecuado abastecimiento de agua para las fuentes que,
26 Cfr. la carta de Norberto Caimo de 23 de julio de 1755, recogida en García Mercadal,
op.cit., Vol.III, p.783.
27 Don Ramón de la Cruz escribió una breve pieza titulada Las tardes del Prado, que nos
ofrece, como tantas otras de las suyas, imágenes populares del Madrid castizo de la época.
28 Hacia 1754 Francisco Carlier hizo el proyecto de la Puerta de Recoletos, que no llegó a
labrarse, pero de la que se conserva un dibujo (Museo Municipal de Madrid, I.N.2050).
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