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TEORÍA DE LA OXIDACIÓN-INFLAMACIÓN
DEL ENVEJECIMIENTO
Desde hace unas décadas la idea de la presencia de un
estado de inflamación crónico al envejecer está siendo
ampliamente aceptada, habiéndose generado el término de
“inflamm-aging” para describir lo que sucede en el
envejecimiento. Como ya se ha comentado, inflamación y
oxidación son dos procesos íntimamente relacionados. En
base a todo lo indicado anteriormente, propusimos hace
unos años una nueva teoría del envejecimiento, la de la
“oxidación-inflamación”, acuñando el término “oxi-
inflamm-aging” para describir lo que sucede al envejecer.
La teoría sugiere que el envejecimiento es un estrés
oxidativo crónico, asociado a un estrés inflamatorio, los
cuales afectarían a todas las células del organismo, pero
tendría especial relevancia en las de los sistemas
homeostáticos, el nervioso, el endocrino y el inmunitario. y en otras localizaciones del organismo como hígado,
De esta forma, la falta de función que acabaría sucediendo corazón, riñón, etc de esos PAM en comparación con lo
en las células de estos sistemas y el deterioro en la
comunicación entre los mismos, impediría un
mantenimiento adecuado de la homeostais y el
consecuente aumento de morbilidad y mortalidad típico de
la vejez. En este contexto, el sistema inmunitario por su
característico funcionamiento en el que requiere generar
continuamente una elevada cantidad de compuestos
oxidantes e inflamatorios, podría activar factores, como
por ejemplo el ubicuo factor de transcripción NF-kB, que,
al alcanzar un cierto grado de activación, estimularía la
expresión de genes de compuestos oxidantes e
inflamatorios. De hecho, este factor manifiesta una gran
activación en leucocitos de individuos viejos, no
apareciendo la misma en los de adultos sanos y de
longevos. Así, si esa producción de compuestos
oxidantes/inflamatorios no se regula adecuadamente, se
podría generar un “circulo vicioso” con mayor cantidad de
compuestos oxidantes e inflamatorios por parte del sistema inmunitarias un mayor estrés oxidativo y una
inmunitario que podría acelerar el estrés oxidativo e
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inflamatorio del organismo, y por tanto, la velocidad de
envejecimiento. Por tanto, nuestra propuesta es que el
sistema inmunitario podría estar implicado en cómo cada
individuo lleva a cabo su envejecimiento, en la edad
biológica del mismo (Figura 3).
Una serie de hechos demuestran esta hipótesis. Así, se
ha indicado que los individuos que llegan a centenarios o
los animales que alcanzan una elevada longevidad, son
aquellos que mantienen mejor el estado redox de sus
células inmunitarias y consecuentemente la función de las
mismas. En el modelo de envejecimiento prematuro
anteriormente comentado, los PAM, con una menor
longevidad que los NPAM, mostraron un mayor estrés
oxidativo en sus leucocitos, los cuales tienen también,
como ya se ha indicado, una peor capacidad funcional que
la de los NPAM de la misma edad. Además, ese mayor
estrés oxidativo lo hemos detectado también en el cerebro
que sucede en los NPAM.
Esta relación de una mayor oxidación en las células
inmunitarias con una peor capacidad funcional de las
mismas se ha observado en varias situaciones que se han
propuesto como modelos de envejecimiento prematuro.
Así, personas adultas con ansiedad o depresión, obesidad y
con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer,
presentan esa característica de un mayor estrés oxidativo
en sus leucocitos y una inmunosenescencia prematura.
Para saber si tal hecho realmente supone un
envejecimiento prematuro hay que demostrar que el
mismo supone una menor longevidad de los individuos.
Esto hay que analizarlo en ratones. Efectivamente, hemos
demostrado que en animales adultos con ansiedad,
depresión y obesidad, y en transgénicos para la
enfermedad de Alzheimer, tiene lugar en sus células
inmunosenescencia que no aparece en los correspondientes
controles, y eso se acompaña de una menor esperanza de
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