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Envejecimiento
cerebral
normal
y
patológico
…
dispone
de
pocos
cerebros
de
adultos
“normales”
de
entre
30
y
60
años
para
su
estudio
y
muy
pocos
de
ellos
se
utilizan
para
detectar
cambios
sugerentes
de
degeneración
o
involución
senil
para
que
pueda
concluirse
de
manera
firme
si
existe
un
inicio
hacia
la
senilidad
patológica
desde
la
madurez
del
estado
adulto
o
bien
desde
la
involución
cerebral
senil
normal.
En
esta
situación,
la
investigación
de
individuos
o
de
cerebros
que
puedan
ser
definidos
como
pertenecientes
a
entidades
patológicas
intermedias
entre
la
“normalidad”
del
adulto
y
la
EA
terminal,
es
de
importancia
capital.
De
momento
sólo
una
entidad,
la
“alteración
(o
deterioro)
cognoscitivo
(o
cognitivo)
leve”
(ACL
o
DCL)
(“mild
cognitive
impairement”),
parece
estar
ya
asentada
con
criterios
muy
bien
definidos
para
su
diagnóstico
y
con
definiciones
bastante
precisas
de
las
alteraciones
cognoscitivo/comportamentales
y
de
algunos
de
los
cambios
en
marcadores
proteicos
y
de
estrés
oxidativo
(7,
8).
Esta
entidad
parece
que
un
plazo
de
tres
a
cinco
(o
diez,
según
algunos
otros
autores)
años
evoluciona
a
EA,
por
lo
que
puede
ser
considerada
como
una
fase
intermedia
de
la
involución
patológica
EA
(8,
9).
Otros
estadios
intermedios
en
este
curso
patológico
(o
EA
prodrómica
o
EA
asintomática)
todavía
no
han
sido
bien
determinados,
pero
deben
ser
investigados
aquellos
subgrupos
de
personas
que
puedan
aislarse
de
alguna
manera
clara
cuando
se
hacen
pruebas
neuropsicológicas
en
los
estudios
epidemiológicos.
En
todas
las
pruebas
neuropsicológicas
se
fijan
“puntos
de
corte”,
generalmente
por
consenso
entre
expertos
para
delimitar
los
individuos
“normales”
frente
a
los
“anormales”
de
la
población
estudiada.
Estos
puntos
de
corte
deberían
ser
revisados
en
profundidad
para
definir
las
subpoblaciones
a
estudiar
y
lograr
avances
en
la
patogenia
del
envejecimiento
patológico.
d)
Envejecimiento
en
la
evolución
de
los
mamíferos,
especialmente
de
los
primates
no
humanos.
Se
ha
dicho
repetidamente
que
el
problema
más
grave
en
el
estudio
de
la
EA
es
que
no
existe
ningún
mamífero
que
padezca
EA
de
manera
espontánea
o
inducida.
Esta
clásica
aseveración
ya
no
es
totalmente
cierta
en
la
actualidad
ya
que
existen
algunos
“modelos
Alzheimer”
en
mamíferos
que
pueden
ayudar
a
esclarecer
el
problema
del
envejecimiento
normal
y
patológico/EA
en
el
humano.
Especialmente
consideraremos
en
esta
revisión
dos
modelos:
uno
natural,
los
primates
no
humanos,
y
otro
experimental,
los
modelos
transgénicos
con
neuropatología
alzhéimer
(tratados
a
continuación).
Aunque
la
proteína
precursora
de
amiloide,
APP,
es
una
proteína
ancestral
de
membrana
que
aparece
evolutivamente
en
los
primeros
eucariotas
y
cuya
función
sigue
sin
estar
clara
(incluyendo
su
posible
actuación
como
canal
iónico,
como
proteína
fijadora
de
metales
como
cobre,
o
de
calcio,
o
como
proteasa),
no
se
presenta
como
fuente
de
patología
hasta
los
mamíferos,
especialmente
de
manera
totalmente
cierta
en
el
hombre
(76,
77).
Además,
a
pesar
de
que
su
metabolismo
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