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EDUARDO
COSTAS
Y
COL.
funcionamiento
de
las
principales
corrientes
marinas,
con
unas
consecuencias
imprevisibles.
Por
otra
parte
la
mayoría
de
la
población
humana
está
asentada
cerca
de
las
zonas
costeras
marinas,
por
lo
que
resulta
obvio
que
la
influencia
antropogénica
en
las
zonas
costeras
y
plataformas
continentales
resulta
máxima.
Como
consecuencia
de
nuestro
uso
indiscriminado
de
la
reacción
de
Haber
para
conseguir
fertilizantes
agrícolas,
los
humanos
estamos
eutroficando
significativamente
estas
áreas
(lo
que
en
principio
debería
aumentar
su
producción
primaria
y
la
fijación
de
CO2).
Por
el
contrario,
algunas
de
las
grandes
obras
civiles
(presas,
canalizaciones
de
agua,
regadíos)
han
debilitado
en
muchos
lugares
la
circulación
estuárica
disminuyendo
enormemente
la
producción
primaria.
Así
mismo
los
vertidos
de
nuevos
contaminantes
de
origen
antropogénico
también
parecen
contribuir
al
descenso
de
la
producción
primaria
del
fitoplancton
costero.
En
particular
los
arrecifes
coralinos
y
su
fitoplancton
parecen
ser
extraordinariamente
sensibles
al
cambio
ambiental.
La
mayoría
de
los
parámetros
asociados
al
cambio
global
(calentamiento,
acidificación,
contaminación,
incremento
de
temperatura)
tienen
efectos
catastróficos
en
estos
organismos.
En
las
aguas
continentales
es
donde
la
influencia
humana
resulta
máxima:
por
un
lado
desecamos
alguna
de
las
más
grandes
extensiones
de
agua
dulce
del
planeta
como
el
Mar
de
Aral
o
el
Lago
Chad
con
consecuencias
catastróficas;
por
otro
creamos
gigantescos
embalses.
Contaminación
y
eutrofización
son
una
consecuencia
generalizada
del
cambio
global,
tanto
mas
preocupante
en
cuanto
a
la
extraordinaria
velocidad
a
la
que
está
ocurriendo.
2.8.
La
pregunta
clave:
¿Cómo,
cuándo
y
cuántos
organismos
fitoplanctónicos
se
adaptarán
al
cambio
global?
¿Qué
consecuencias
tendrá
para
el
futuro
de
la
Biosfera?
Las
diversas
eras
geológicas
están
separadas
por
eventos
catastróficos
de
extinciones
masivas:
las
faunas
y
floras
dominantes
de
una
época
desaparecen
bruscamente
del
registro
fósil
en
episodios
puntuales
de
rápidas
extinciones
masivas.
Aunque
la
más
“popular”
de
todas
ellas
fue
la
gran
extinción
Cretácica
que
acabó
con
los
dinosaurios,
existe
un
consenso
paleontológico
para
bautizar
a
5
grandes
extinciones
masivas
(si
bien
existieron
muchas
más)
y
considerar
que
actualmente
estamos
inmersos
en
la
sexta
gran
extinción
de
la
que
somos
causantes.
Los
microfósiles
muestran
que
en
los
períodos
de
grandes
extinciones
muchas
de
las
líneas
exitosas
de
organismos
fitoplanctónicos
se
extinguieron.
Es
más,
actualmente
una
serie
de
sólidas
evidencias
permiten
afirmar
que
durante
el
período
Neoproterozoico
la
fotosíntesis,
anteriormente
muy
intensa,
cayó
prácticamente
a
cero
en
todo
el
planeta,
manteniéndose
así
durante
unos
70
millones
de
años
tras
la
catástrofe
neoproterozoica.
Sin
embargo,
pese
a
estas
catástrofes
siguen
existiendo
organismos
fitoplanctónicos.
Entre
los
más
antiguos
fósiles,
con
una
edad
de
3.700
millones
de
años
aparecen
organismos
idénticos
a
las
cianobacterias
actuales.
Sin
duda
muchos
de
los
organismos
fitoplanctónicos
deberían
ser
capaces
de
sobrevivir
al
cambio
global,
salvo
que
los
niveles
de
CO2,
vapor
de
agua,
metano
y
otros
gases
de
efecto
invernadero
alcanzases
en
la
atmósfera
niveles
tales
que
convirtiesen
a
la
Tierra
en
un
infierno
ardiente,
tal
y
como
ocurre
en
el
actual
Venus.
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