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VOL. 75 (E), 711-735, 2009 HISTORIA Y GENERALIDADES
digestivas, cólicos nefríticos, procesos inflamatorios del sistema lin-
fático y en atonías como eran la anemia y caquexia. En bebida se
prescribían como purgantes, diuréticas, para aumentar la tonicidad
estomacal y estimular el apetito, la función renal, hepática y pan-
creática.
A fines del siglo XIX se señalaba también para qué enfermedades
estaban contraindicadas las aguas de estos baños, así para enferme-
dades agudas con manifestación febril, en enfermos que padecían
epilepsia, asma, tisis, hemoptisis, hipertrofia del corazón, aneuris-
mas en los vasos sanguíneos, tumoraciones o ulceraciones cancero-
sas, procesos infecciosos purulentos e incluso se decían estaban
contraindicadas para las personas de avanzada edad.
En la actualidad se reconocen a estas aguas acciones terapéuticas
sobre el aparato locomotor por lo que están indicadas para reuma-
tismos, secuelas de traumatismos y procesos algo distróficos; sobre
el aparato respiratorio por lo que se tratan con ellas afecciones cró-
nicas, catarros y alergias; sobre el aparato digestivo y por ello se
prescriben para curar procesos gastroentéricos, colitis, afecciones
dispépsicas hipersecretoras y procesos hepatobiliares; en dermatolo-
gía están indicadas en soriasis, neurodermatitis difusa, dermatitis o
ezcemas seborreícos y crónicos; en urología en procesos relaciona-
dos con alteraciones del ácido úrico; y en neurología en neurosis,
síndromes infraneuróticos y procesos que cursan con estrés (17).
3.1.4. Instalaciones
Se sabe que en el siglo XVI existían dos albercas para que hom-
bres y mujeres hicieran uso separadamente de las aguas minerome-
dicinales en baño, tal y como era costumbre en la época, e incluso
que se había construído una venta junto a los baños para hospedar
a los agüistas. Sin embargo, según Juan de Dios Ayuda en el siglo
XVIII da cuenta de la existencia de una sola alberca, pues la otra
había quedado reducida a ruinas, describiendo que en ella «sale el
agua á borbollones». Según Pascual Madoz los agüistas «se hospe-
dan con confusion, y sin ninguna comodidad (…) es lástima que
siendo tan provechosas esta agua no se cuide de cubrirlas y de cons-
truir algunas habitaciones para comodidad de los enfermos» (11).
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