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VOL. 75 (1), 115-124, 2009  NECROLÓGICA DON GREGORIO VARELA MOSQUERA

    El interés del receptor se relaciona más que con la recompensa,
que puede ser el placer de aprender, con la anticipación de la re-
compensa y con la incertidumbre en lograrla. La importancia de
ese interés fue comprobado en la Universidad de Emory, durante las
elecciones de 2004 en EEUU, al encontrar que cuando hablaba el
candidato preferido, las imágenes de resonancia magnética funcio-
nal, mostraban que se activaba la corteza frontal orbital, relaciona-
da con las emociones, en los votantes de su partido. El circuito ner-
vios de Papez comprende el sistema límbico y el hipocampo, en
donde radican con los instintos las emociones, nuestros interés y
motivaciones.

    Entre los estímulos ajenos al contenido del mensaje, figuran el am-
biente en el que se desarrolla la comunicación como su confort y su
belleza, pero el activador esencial de esa vía es la personalidad del co-
municador. En este punto el Prof. Varela tenía Matrícula de Honor.
Gregorio era un comunicador nato, aunque no lo supiera, ni quisie-
ra. Como el personaje de nuestra literatura que hablaba en prosa sin
saberlo. Tenía el don de la alegría, de lo lúdico. Es fácil estar alegre
en las fiestas, pero lo importante es ser alegre en las contrariedades
y en el trabajo, aunque éste como dice su etimología conlleve tripa-
lium. Este año de 2008, se ha querido instituir el 1 de abril como Día
Internacional de la Diversión en el Trabajo. El trabajo, no debe ser
ocasión de diversión y menos de charlotada como parece que se ha
desarrollado, pero sí de alegría. Los griegos encarnaban en la “areté”
la totalidad de la persona, su calidad, su clase diríamos hoy, La are-
té del Prof. Varela era extraordinaria; tenía gracejo, un modo de ha-
blar peculiar, algo entrecortado, propio del que quiere transmitir a
más velocidad de lo que permite la fisiología fonatoria, un magnífi-
co sentido del humor que juega un papel decisivo, sentido del humor
que habría crecido en la trayectoria del Prof. Varela por la piel de toro,
Galicia, Granada, Madrid. Esta alegría y este humor dejaban ausen-
tes la monotonía y sobre todo el aburrimiento. Además Varela tenía
talento, aquello que Flaubert, consideró que era una larga paciencia,
entusiasmo, simpatía y optimismo porque infundía ilusión, entusias-
mo, vocación y pasión. Tenía “la conciencia tranquila y la inteligen-
cia intranquila” como aconsejaba Neruda.

    La capacidad de comunicar es el resultado de múltiples pertenen-
cias, como la de tener una profesión, un ideario, una religión, una ge-

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