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An. R. Acad. Nac. Farm., 2009, 75 (1): 115-124
In memoriam del Excmo. Sr. D. Gregorio Varela
Mosquera
Manuel Domínguez Carmona
Académico de Número de la Real Academia Nacional de Farmacia.
El exlibris de Marañón decía: “Si la pena es grande se la mata”.
Empiezo mi disertación matando, metafóricamente, la pena que a to-
dos nos embarga por la ausencia del Prof. Varela Mosquera, ausencia
que es el precio que pagamos por haber sido y agradeciendo a nues-
tra Directora la profesora Miras y a la Junta de Gobierno haberme
designado para participar con los profesores Zamora y Sanz, en la
Necrológica de nuestro amigo y compañero el Académico Excmo. Sr.
D. Gregorio Varela Mosquera. Un agradecimiento más hondo, por el
deseo expresado por su viuda la profesora Moreiras y por su hijo el
Prof. Varela Moreiras de que interviniera yo en este acto.
La vida es un proceso que termina en apoptosis, pues nuestra
muerte está programada, decidida desde que se produjo el asombro-
so acontecimiento de que dos células de diferentes procedencias y pro-
piedades, se fusionaran, en el interior de nuestra madre.
La aceptación de que lo que no percibimos de algún modo no exis-
te, constituye un error de método. Los hombres no percibimos lo que
queda de un ser humano cuando muere, pues carecemos del sentido
que nos permitiría percibirlo; pero el ser humano, la persona, no se
extingue con la muerte, sino que se transforma.
Nuestra Presidenta hace pocos días, con ocasión de la Necrológica
del Prof. Primo Yúfera, nos destacaba que estos actos contenían as-
pectos alegres, pues recreaban al ser no desaparecido, sino transfor-
mado de forma que lo hace imperceptible para nuestros sentidos, pero
también imperecedero.
El Prof. Sanz íntimo amigo y compañero del Prof. Varela, en las cer-
canías docentes de sus respectivas disciplinas, coordinador de esta se-
sión, me encargó que glosara la personalidad del prof. Varela, Académico
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