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VOL. 75 (1), 115-124, 2009 NECROLÓGICA DON GREGORIO VARELA MOSQUERA
reunió partículas, para formar núcleos, que a su vez formaron áto-
mos y estos moléculas y así sucesivamente. Ese algo que en el mito
clásico de Pigmalión fue el beso enamorado que transformó a una
estatua en una mujer, o el soplo de Jehová que convirtió a una masa
de barro en hombre. Ese impulso inicial de la vida, luego se perpe-
túa en la reproducción, en la que toda célula procede de otra célula,
transmitiendo el impulso primigenio. “Omnis celula est celula” como
enunció Virchow. La célula, la unidad de la vida, cuya reunión ana-
tómica y funcional, determina una nueva realidad de la vida el ser
vegetal o animal. Una vez puesta en marcha, la biología necesita apor-
tes, que adquiere del ambiente, es decir de fuera de nosotros, am-
biente en el que están la gravedad y las radiaciones, pero sobre todo
la nutrición, es decir el conjunto de los procesos de ingestión, absor-
ción, transformación y utilización de los alimentos por el organismo
para formar nuestra estructura y darnos la energía necesaria para las
funciones de homeostasis, de crecimiento y reproducción, funciones
que la evolución pacientemente ha ido desarrollando en una com-
pleja y prodigiosa red de reacciones.
Todos los que estamos aquí, hemos hecho investigación pero quie-
ro destacar la gran diferencia entre la investigación básica en la que
se trabaja con clones de bacterias o de células o con camadas de ani-
males todos iguales en los que se observa las modificaciones que el di-
seño de la investigación desea conocer, para lo que deja bacterias, cé-
lulas animales como controles, pero traspasar la investigación a los
estudios epidemiológicos, en los que los probandos no son homogéne-
os y a los que por razones éticas no se les puede someter a riesgos sino
solo observar lo que ocurre naturalmente. A esto añadamos las dificul-
tades inherentes a tener que tomar los datos a través de las informa-
ciones de las personas que forman el estudio. Gran parte de las inves-
tigaciones del Prof. Varela y de su grupo investigador, en el que
armoniosamente se integra su familia, ha sido conocer lo que las per-
sonas, las familias, comen. Yo he querido hacer alguno de esos estu-
dios, la mayoría coronados con el fracaso; el que me dejó más herida,
fue el proyecto de conocer la parasitación con nematodos de los habi-
tantes de una aislada comarca gallega que carecía de retretes, a cuyo
fin solicitábamos no dinero, ni tiempo, ni información directa etc., sino
solo un pequeño fragmento de heces, metidas en un frasco que les su-
ministramos junto con una espátula para su recogida, asegurándoles
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