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MANUEL DOMÍNGUEZ CARMONA AN. R. ACAD. NAC. FARM.
cia y convivencia en aquella Universidad con alumnos y profesores
guardo un maravilloso recuerdo.
Asociamos por razones de contigüidad la muerte con el cadáver.
Estamos equivocados. La relación del cadáver con la persona falleci-
da (tan importante para conocer la causa de la muerte) es la misma
que la del traje que dejó en el armario. Ese cadáver se descompone y
despersonaliza. En cambio el recuerdo, la recreación y la oración ha-
cen que vivamos en los demás y los otros en nosotros. Yo doy exis-
tencia cuando veo, oigo, huelo, toco o simplemente percibo la presión
del aire cuando se mueve alguien. Si yo no tuviera esas facultades ese
imaginado otro no existiría. Pero si recreamos, juntos, a nuestros se-
res queridos, a nuestros compañeros de viaje en esta Academia, los
estamos dando igualmente vida. Pienso que a Gregorio le gustará sa-
borear los versos de su paisano Celso Melio Ferreiro:
“Máis o lume que alampea
xamais o veredes morto”.
He dicho.
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