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M.ª C. FRANCÉS CAUSAPÉ Y M. LÓPEZ GONZÁLEZ AN. R. ACAD. NAC. FARM.
así como de las costumbres del hombre prehistórico, en particular
de aquellas relacionadas con sus rituales religiosos.
3. EL BALNEARIO
Las cualidades terapéuticas del manantial se conocían desde
antiguo a nivel local y se considera que el Balneario tiene su origen
en el año 1872. En 1884 las autoridades tenían conocimiento de la
utilización de las aguas mineromedicinales de Valdelateja aunque
oficialmente no estaba permitida su utilización y el establecimiento
balneario estaba abierto indebidamente, puesto que no se hallaba
autorizado (15). No obtuvo autorización para su apertura hasta que
el agua del manantial fue declarada de utilidad pública durante la
regencia de la reina María Cristina de Hasburgo y Lorena, por Real
Orden de 26 de abril de 1887, firmada por Fernando León y Castillo,
que era, a la sazón, Ministro de la Gobernación (16). Por entonces
eran propietarios del lugar donde brotaban las aguas don Pablo Ce-
rezo, don Domingo Pérez y don Mateo Bustamante, que fueron los
que solicitaron que las aguas de Valdelateja se declararan de utilidad
pública y el Consejo de Sanidad informó que las aguas eran bicar-
bonatadas, sódicas y templadas, por lo que se las declaró de utilidad
pública para que se usaran en «bebida, baños, duchas y pulverizacio-
nes, señalando como temporada oficial para su uso… desde el 20 de
junio á 15 de septiembre», pero no se autorizaba la apertura del
establecimiento «hasta tanto que la calefacción del agua se haga por
medio de tubos cerrados, en vez de las calderas con tapa de madera
que hoy se usan: que el número de retretes se aumente de manera
que cada piso del edificio tenga el suyo respectivo, y que se adquie-
ran todos los aparatos hidroterápicos para la aplicación de las aguas
en duchas y pulverizaciones según está proyectado».
No obstante, no se tiene noticia del inicio de su actividad hasta
el año 1894 cuando era propietario del establecimiento balneario
don Eugenio Rámila Gallo (17), pasando la propiedad a doña Julia-
na Ruiz Ongarrio en el año 1907. Aunque el establecimiento no dis-
ponía de la autorización oficial para su funcionamiento, sin embar-
go sí debió admitir agüistas, aunque los datos oficiales consignan
que desde 1897 hasta 1923 permaneció cerrado.
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