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LLUÍS MONTOLIU  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

tas y comportamiento de ese nuevo modelo animal así generado,
o de su respuesta a fármacos o tratamientos, permitirá aumentar
nuestro conocimiento de la enfermedad y posibilitará el desarrollo
de terapias curativas o paliativas para la condición genética en es-
tudio. Hoy en día, prácticamente todas las disciplinas médicas, sin
excepción, pueden contar con modelos animales obtenidos mayori-
tariamente en ratones mediante modificación genética dirigida y son
innumerables las revisiones específicas o más generalistas existentes
al respecto, que dan cuenta de los múltiples modelos animales gene-
rados (31, 32).

    La limitación de las técnicas de modificación dirigida del genoma
del ratón radicaba en la existencia de muchos genes pleiotrópicos,
con patrones de expresión complejos, presentes en etapas del desa-
rrollo embrionario y en fases de la vida adulta. Por ello, cualquier
intento de inactivar uno de estos genes conllevaba la muerte del
animal en algún momento del desarrollo, imposibilitando el estu-
dio. Este problema se solucionó con la aparición de la estrategia de
generación de mutaciones condicionales, con herramientas tecno-
lógicas trasladadas por el laboratorio de Klaus Rajewsky desde las
bacterias a las células de mamífero, en concreto usando las secuen-
cias loxP y la recombinasa específica CRE que las reconoce, elimi-
nando todo aquello que encuentra entre dos de esas secuencias si-
tuadas consecutivamente y en la misma dirección en una molécula
de ADN (33). La combinación de técnicas de marcaje específico de
un gen, delimitado por secuencias loxP, mediante técnicas de recom-
binación homóloga en células ES, con la preparación de líneas de
ratones transgénicos con expresión específica de la CRE en determi-
nados tejidos, permitía inactivar (eliminar) el gen en estudio sola-
mente en aquellos tejidos en los cuales existía actividad CRE, permi-
tiendo en muchos casos superar la fase de mortalidad embrional o
perinatal y así desarrollar individuos adultos en los que poder inves-
tigar el resultado de la mutación en un tejido concreto (34).

    La mejora y optimización de todas las técnicas de modificación
dirigida del genoma del ratón ha permitido, a lo largo de estos veinte
años desde la obtención del primer ratón con una mutación plani-
ficada, acumular unos pocos miles de ratones knock-outs y variantes
relacionadas (knock-ins, knock-downs). Sin embargo, todavía que-
dan muchos genes del genoma de cuya función y relevancia no co-

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