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VOL. 73 (2), 569-579, 2007  NECROLÓGICA DON EMILIO FERNÁNDEZ-GALIANO

pero con decisión y habilidad, junto a sus buenas relaciones, consi-
guió en pocos años un centro homologable con los de otras univer-
sidades. Sus cualidades ya se habían puesto de manifiesto antes y
volvieron a hacerse patentes después en el Consejo Superior de In-
vestigaciones Científicas o al frente del MAB (Man and Biosphere)
en España, proyecto de la UNESCO que se materializó en la inclu-
sión de la reserva de Urdaibai (Vizcaya) en ese marco general de
protección de la naturaleza.

    La llegada de Emilio Fernández-Galiano a Sevilla estuvo ligada a
un primera fase expansiva de la universidad española y, a la vez, a
un desarrollo de la ciencia en general, como respuesta a la recupe-
ración económica y científica que tuvo lugar dos décadas después de
finalizada las contiendas militares que arrasaron el mundo en aspec-
tos económicos, científicos y morales. En el campo de la Botánica en
concreto se producía en aquellas fechas una renovación generaliza-
da, que se expresaba sobre todo en el mundo anglosajón, con incor-
poración de nuevos paradigmas y nuevas técnicas de trabajo. En ese
marco se inserta el desarrollo de la Biosistemática, la Taxonomía
experimental, la Taxonomía numérica, el uso generalizado de los
datos cromosómicos, la Quimiosistemática, etc.

    El nuevo campo de juego no entraba en contradicción con el uso
del herbario como apoyo elemental en el trabajo botánico. Más bien
lo potenciaba. Desde ese punto de vista, el recién llegado catedrático
se planteó la vuelta a Sevilla de los herbarios que habían salido de
allí para el Real Jardín Botánico de Madrid, en 1943 (Salguero y
Talavera, 1997). El volumen de aquellos materiales alcanzaba casi
12.000 pliegos, procedentes de los herbarios de Pedro Abat, de los
hermanos Claudio y Esteban Boutelou y el antiguo herbario general
sevillano. Si importante era el número, sobre todo en un país enton-
ces con escasas recolecciones asequibles, era más importante su valor
botánico e histórico, pues incluían recolecciones de los primeros
viajes científicos por Andalucía, del siglo XVIII y posteriores.

    Aquella semilla germinó y creció con el tiempo hasta alcanzar
25.000 pliegos a la marcha del primer titular de la cátedra sevillana,
en 1976. Hoy el herbario SEV, su matrícula internacional en el Index
Herbariorum, posee 175.000 pliegos registrados y es uno de los her-
barios más importantes del país. Sus fondos han sido fundamentales

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