Page 177 - 73_02
P. 177

JESÚS IZCO SEVILLANO  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

    Mediada la década de los años sesenta, la universidad española
inicia un tímido despegue con la creación de nuevos centros y dota-
ción de nuevas plazas al servicio de la docencia y de la investigación.
Esta fase expansiva vino motivada por necesidades objetivas, el in-
cremento de alumnos que accedían al nivel universitario y la presión
de estos mismos en los centros con quejas sobre la masificación. En
ese contexto se creó una Sección de Biología en la Facultad de Cien-
cias de Sevilla (1964), que ya contaba con otras secciones, entonces
reunidas en una sola facultad, como ocurría en el resto de España.
Botánica fue la primera cátedra que se dotó en la nueva sección y a
ella se incorporó Emilio Fernández-Galiano como primer catedráti-
co de aquel centro (11-XI-1965), «...cuyas cátedras ocupamos una
serie de doctores (muchos de nosotros procedentes del CSIC) ya con
la suficiente preparación para desempeñarlas...» (Fernández-Galia-
no, 2001).

    Puedo imaginarme su llegada a Sevilla, aunque sólo sea por mi
experiencia personal al llegar a León como Profesor Agregado de
Botánica (1970), el primer numerario que se incorporó a aquel cen-
tro, entonces dependiente de la Universidad de Oviedo. Como es
fácil imaginar en Sevilla se partía de cero, con carencias de todo
tipo, que iban desde la necesidad de poner en marcha un equipo de
trabajo a la tarea de construir un sistema académico y administra-
tivo en la Facultad. Situación que no era muy diferente de la vivida
por el propio Galiano como estudiante, con universidades «...des-
manteladas, empobrecidas material y culturalmente y carentes de lo
imprescindible (y no digamos de lo prescindible). Pertenecíamos a
unas generaciones que, debido a los cambios sociales a nivel nacio-
nal y mundial, habían sufrido (y empleo el término en sus dos prin-
cipales acepciones, especialmente la segunda: “sentir un daño mo-
ral”), habían sufrido, digo, las turbulencias políticas por las que había
pasado España desde nuestra infancia» (Fernández-Galiano, 2001).
En esa tarea desde los cimientos participó Emilio junto con otros
profesores recién incorporados, desde la dirección del nuevo Depar-
tamento de Botánica y desde el Decanato (1969-1972).

    En la capital andaluza Galiano tuvo oportunidad de expresar sus
excepcionales dotes de organizador y de profesor avezado, capaz de
espigar los más prometedores entre sus jóvenes alumnos. No es fácil
levantar un departamento universitario y menos aún una facultad,

574
   172   173   174   175   176   177   178   179   180   181   182