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JESÚS IZCO SEVILLANO AN. R. ACAD. NAC. FARM.
Aunque nacido en Barcelona, el traslado de su familia le llevó
a Madrid donde se licenció en Farmacia (1945) por la Universidad
Complutense. Tras sus estudios farmacéuticos leyó su tesis doctoral,
dirigida por Salvador Rivas Goday (1950) y al poco se licenció en Bio-
logía (1951), por la misma Universidad madrileña. En los años difíci-
les de la posguerra se inicia por tanto la vida botánica de Emilio Fer-
nández-Galiano, que A. Ramos (2006) resume en las páginas que, con
motivo de su fallecimiento, dedica a su memoria en la revista Botani-
ca Complutensis, «...su vocación naturalista fue impulsada precozmen-
te por su padre Don Emilio Fernández-Galiano, y aleccionada por
quienes siempre consideró sus maestros en el saber científico, Don
José María Albareda Herrera y, especialmente, Don Salvador Rivas
Goday, quien le inició en el conocimiento botánico». Los mismos re-
ferentes académicos que cita el propio Galiano en su discurso de in-
greso en esta Academia (Fernández-Galiano, 1983).
Tras ambas licenciaturas desarrolló actividades docentes en la Fa-
cultad de Farmacia de la Universidad Complutense (1946-1962). Pri-
mero como Ayudante de Clases Prácticas de Botánica y más tarde
como Profesor Adjunto en la cátedra de Geología Aplicada, que dirigía
José María Albareda. Con independencia de la adscripción administra-
tiva de cada tiempo simultaneaba su presencia y su trabajo en ambos
laboratorios. De aquellos lejanos años le recuerdo con bata blanca
cuando yo cursaba las asignaturas de Botánica y frecuentaba con mis
compañeros los laboratorios de la cátedra, para que nos clasificasen
alguna planta o para repasar las que estaban expuestas en las vitrinas
del pasillo, algo fundamental si se quería aprobar el examen práctico.
En mi intervención me centraré en Emilio Fernández-Galiano
como botánico, ya que otros aspectos son glosados por los otros aca-
démicos que participan en este homenaje conmemorativo o se han
tratado en otros actos análogos y en las publicaciones que derivaron
de ellos o independientes (Ramos, 2005; Valdés, 2005, Valdés et al.,
2006), la nota necrológica de Diego (2006) incluye la relación de tra-
bajos publicados. No es fácil descomponer la vida de un hombre en
fragmentos. Todos los hechos, todas las decisiones de un hombre for-
man parte de un todo, somos individuos, en el sentido etimológico de
la palabra somos no divisibles. Somos además lo que nos rodea, fruto
de nuestro tiempo, de los medios en los que nos desarrollamos y de
las personas con las que nos relacionamos. Lo cual es una forma de
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