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VOL. 73 (1), 125-140, 2007  ROGER KORNBERG Y LA RNAPOL II...

ces cerevisiae ha sido el sistema modelo que le ha permitido a R. Kor-
nberg el obtener una perspectiva universalmente válida sobre un pro-
ceso esencial. Su primera aproximación al problema de la transcrip-
ción se deriva de aportaciones pioneras sobre la estructura de la
cromatina eucariótica, más en concreto sobre el desplazamiento de los
nucleosomas, las partículas nucleoproteicas que la constituyen (8, 9),
al paso de la maquinaria transcripcional (10). El laboratorio de Kor-
nberg impactó a la comunidad científica con una primera descripción
de la estructura de la RNApol II a baja resolución (16 Å) mediante
técnicas de difracción de electrones (microscopía electrónica) (11). A
una resolución tal, típica del rango accesible para dicha técnica (debi-
do a limitaciones en el orden de los especímenes), se distinguen con
claridad el volumen y la forma del holoenzima, en los que destaca la
presencia de distintos lóbulos, pero sin que se puedan inferir ni la
estructura fina ni la función de cada uno de ellos.

    Los años siguientes fueron quizá los más arduos para el grupo de
Stanford. El llevar la resolución de sus estudios estructurales a ni-
veles en los que fuera posible una interpretación funcional implicaba
recurrir a la cristalografía de rayos-X (12). Como el nombre de dicha
técnica indica, se requería la obtención de cristales tridimensionales,
es decir, la deposición de moléculas del enzima en las tres direccio-
nes del espacio con un orden tal que difractasen los rayos-X de ma-
nera coherente. De las doce subunidades de la RNApol II (Rpb1-12),
la cristalización del holenzima requirió la eliminación de dos de
ellas (Rpb4 y 7, no esenciales). El tamaño de la celdilla unidad (aquel
elemento mínimo cuya repetición espacial constituye el cristal),
como era de esperar siendo la RNApol II un complejo cuya masa
molecular ronda el medio millón de Daltons (Da), era muy grande
(dimensión mayor, 370 Å). Esto impuso el uso de radiación sincro-
trón de gran intensidad y resolución espacial. Este tipo de fuente de
rayos-X, accesible en grandes instalaciones gestionadas por consor-
cios internacionales (pronto también en España: el sincrotrón ALBA,
en Barcelona), es uno de los avances que han impulsado de manera
decisiva el desarrollo presente de la cristalografía de macromolécu-
las biológicas, haciendo factibles proyectos de tamaño y complejidad
crecientes, como el que aquí nos ocupa.

    Los cristales inicialmente obtenidos por Kornberg y sus colabo-
radores difractaban los rayos-X a una resolución máxima de 3.5 Å,

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