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VOL. 71 (1), 15-43, 2005  RECEPTORES OLFATIVOS: EL PERFUME DEL ÉXITO

    Hemos completado la etapa de reconocer el olor y transformar la
señal química en una señal eléctrica que viaja por el axón hasta el
glomérulo. Pero si hemos tenido que diversificar para poder reconocer
los diferentes olores, ¿cómo podemos enviar una señal diferencial para
que el cerebro en su cortex sensorial sepa y se entere de que está
percibiendo olores diferentes?

    De la diversificación de la señal olfativa y su mantenimiento y
memoria nos ocuparemos en el epígrafe siguiente.

Organización topográfica de las proyecciones de las neuronas
sensoriales al bulbo olfativo: El apasionante viaje
de los axones olfativos a su destino y el reconocimiento
de los compañeros de viaje

    Como si de La Odisea se tratase, este doble título intenta reflejar
la gran aventura científica que supuso buscar y descubrir los meca-
nismos moleculares que permiten la organización de las conexiones
en el bulbo olfativo y el mantenimiento de su identidad.

    El primer gran hallazgo en este área fue el descubrimiento de que
las neuronas sensoriales del epitelio olfativo que expresan el mismo
tipo de receptor, aunque se encuentren dispersas, envían sus axones
al mismo glomérulo. El trabajo fue realizado por el grupo de Axel,
utilizando las técnicas de hibridación in situ para el RNAm de un tipo
de receptor específico (Vassar et al., 1994). Curiosamente y contra
todo pronóstico, estos RNAm también se detectaron dentro de las ter-
minales axónicas de las neuronas sensitivas, donde no hay constancia
de síntesis de proteínas, y que se encuentran ya localizadas en el bul-
bo olfativo, dentro del cerebro. Mediante esta técnica pudieron demos-
trar que las neuronas que expresan un receptor específico dado, pro-
yectan sus axones a un glomérulo común dentro del bulbo olfativo y
que los axones convergen hasta alcanzarlo. La posición de los glomé-
rulos específicos es bilateral y muestran simetría, siendo constante en
diferentes individuos dentro de una especie. Estos datos apoyan un
modelo en el cual la exposición a un odorante puede resultar en la
estimulación de un conjunto de glomérulos espacialmente restringi-
dos, que a su vez pueden ser asociados con áreas específicas de patro-
nes topográficos de actividad en el bulbo olfativo.

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