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MANUEL DOMÍNGUEZ CARMONA  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

vehículos para que grupos de hombres sirvan a la Humanidad. La
patria es después de la familia, una de las instituciones prima-
rias de la vida humana. Es la humanidad próxima a la que
debemos lealtad. La Patria como concepto, como constructo, podrá
tener unos descriptores geográficos, paisajísticos, étnicos, culturales,
lingüísticos, religiosos y sobre todo históricos, y se constituye en
nación, es decir, en entidad, en la cual se pueda ejercer la actividad
personal, laboral, social y política, como nos enseñaron básicamente
Kant y Sieyes desarrolló la Ilustración y adoptó la Revolución Fran-
cesa, madurando en el siglo XIX, cuando la meta son valores univer-
sales, en lugar de los étnicos o locales que se incorporan a las Cons-
tituciones (Stemberger, 1979), hecho que considero positivo si para
mantenerlos se respetan los principios éticos y morales. En cambio,
el patriotismo definido como el amor por el propio país, simplemen-
te porque es el nuestro, no es una virtud. Un uso espúreo de la Patría
es su utilización como mecanismo compensador de nuestra persona-
lidad, cuyas propiedades las hacemos nuestras; si nuestra Patria (o
equipo de fútbol o lo que sea), es grande, yo también lo soy. La
máxima patriotera inglesa que he visto esgrimida por pueblos de
habla no inglesa, concretamente en Angola, «my country right or
wrong», siempre me ha parecido una monstruosidad; la verdad debe
prevalecer siempre, y si mi patria no defiende la verdad, la justicia
y la paz, no debe ser mi patria o, en todo caso, sería una patria
deforme y morbígena. El amor a la Patria no debe basarse en el
orgullo «porque es la mía». De este modo, la Patria sería la represen-
tación del egoísmo, de la cerrilidad, de la arrogancia, de la indiferen-
cia o del desprecio hacia los otros. Pablo Sanz concebía a la Patria,
a España, como el ámbito en el que servir a los demás y por ello
Pablo sentía el orgullo de ser español.

    El ser social, el animal social que decía Aristóteles, no se puede
concebir aislado como si se tratara de una pieza de anatomía. Su
familia fue todo para él, a sus padres siempre les recordó con res-
peto, agradecimiento y cariño. Pablo formó una familia; compartió
con su esposa Mercedes, su compañera durante 49 años de matrimo-
nio, sacrificios, proyectos, ilusiones y desilusiones; su vida entera.
No tuvieron hijos, pero Dios les ha proporcionado queridos sobrinos
cuyo cariño, filial, los han reemplazado sobradamente. La auténtica
paternidad no son los hijos biológicos, que tiene su fundamento en

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