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69 (3), VISIÓN ONTOLÓGICA DEL EMBRIÓN HUMANO
más, tienen que ser plurales si queremos que sean atendidas. Pero este es
otro tema. En una sociedad estática la discusión sobre valores no ocurre
porque están codificados y aceptados por la cultura, tradiciones o creen-
cias en donde se encuentran. Señala Thomas Kung que si estamos imbui-
dos de los parámetros dictados por un paradigma determinado se necesitan
muchos años de trabajo para descubrir los posibles inconsistencias inter-
nas que pueden subyacer a ese paradigma antes de que puedan aflorar las
nuevas perspectivas. Si no existen indicios en contra es prácticamente im-
posible salirse del paradigma en el que estamos trabajando. Creo que en la
comprensión de los fenómenos del entorno del desarrollo de las realidades
biológicas existen suficientes argumentos como para estar dispuestos a
aceptar la posibilidad de la existencia de nuevos esquemas de entendi-
miento. El reto al que nos enfrentamos en muy importante porque no se
trata de resolver un problema ético mayor o menos sino elevar los estánda-
res morales de la sociedad como para que sea capaz de poder aceptar vivir
en libertad en situaciones confusas. Saber aceptar la confusión y saber
enmendar cuando sea necesario siempre en beneficio de la dignidad
humana es desde luego un gran reto ético.
Hay que ser consciente que ninguno de los argumentos que hasta
este momento he manifestado se pueden utilizar para afirmar de forma
apodíctica que el embrión en sus etapas tempranas no tiene el valor ético
atribuible a la persona. Afirmar lo contrario sería un error biológico y filo-
sófico puesto que el concepto persona no se puede ni afirmar ni negar en
función de argumentos biológicos. Sí valen, sin embargo, para poner en
duda que las razones aportadas en el pasado y hasta en el presente para
afirmar que tiene el valor ético de persona , aunque no lo sea, tengan vali-
dez, por proceder de un paradigma incompleto. Por supuesto que el em-
brión humano en sus etapas tempranas tiene un valor ético participativo de
la persona porque es el sustrato sobre el que se realizan las transformacio-
nes y del que emerge la persona. Tiene valor. pero su valor debe ser pon-
derado con respecto a otros valores puesto que en su estatuto óntico no en-
tra en juego el estatuto óntico de persona ni como en potencia, ante quien
no existe posible ponderación. Desde mi punto de vista el zigoto y todas
las estructuras embrionarias tienen tanto valor que deben quedar encua-
drados en una zona de máximo respeto y protección a menos que se invo-
quen, para que puedan quedar en suspenso y de forma puntual estos dos
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