Page 131 - 68_04
P. 131
VOL. 68 (4), BOTICA Y FARMACIA EN EL QUIJOTE
cosas, ¿no se observa un vivo contraste entre los refinamientos cosméticos
orientales y el hondo y callado estoicismo castellano?.
-Yo me pelaría las mías –dijo Don Quijote- en tierra de moros si no
remediase las vuestras (P. II: Cap. XL).
Las protestas de Sancho ante el quitar las barbas a las dueñas hacen
a la Duquesa volver a mencionar al boticario toledano, como personaje
influyente en la oposición del escudero al conjunto de las dueñas al que se
llega a calificar como abominado de boticarios.
Mientras tanto, disponíase a venir Clavileño para llevar por los aires
a nuestros héroes, pero no para despegar del relato, con la fuerza de su
vuelo, la palabra boticario, a él entrañablemente engarzada y repetidamen-
te pronunciada.
IX. El aceite de Aparicio. Consejo dietéticos.
Que va del aceite de Aparicio a la restricciones dietéticas, pasando
por graves sucesos y zarandajas necesarias al verdadero fin de esta gran-
de historia.
El final de la dilatada y volandera aventura de Clavileño da paso a
los impagables consejos que dio Don Quijote a Sancho Panza antes de que
fuese gobernador de la ínsula. Al fin, el escudero fue llevado al gobierno,
mientras que a su señor le sucedía en el castillo un extraño episodio. Y
éste fue que, durante el discurso de los amores de la enamorada Altisidora,
recibe el caballero un temeroso espanto cencerril y gatuno del que quedó
cribado el rostro y no muy sanas las narices. (P. II: Cap. XLVI). Hicieron
traer aceite de Aparicio (21) y la misma Altisidora, con sus blanquísimas
manos, le puso unas vendas por todo lo herido.
Era una preparación vulneraria, de prolija elaboración y elevado pre-
cio, tanto que ha dado origen al dicho popular: “caro como aceite de Apa-
ricio” para ponderar el excesivo costo de una cosa. Pero, dada la pujanza
económica de los Duques, lo hicieron traer inmediatamente pues dispon-
drían de él en cantidad suficiente para curar , “ipso facto”, las llagas y
55