Page 126 - 68_04
P. 126

ÁNGEL DEL VALLE NIETO  ANAL. REAL ACAD. NAC. FARM.

      VII. Ortopedia. Productos milagro.

      Donde se declara la importancia de la Ortopedia en la farmacia y
de otros descubrimientos boticarios dignos de escritura y memoria eter-
nas.

      Don Quijote, entre otras aventuras más o menos inmortales, ha ven-
cido al Caballero de los Espejos y, junto con su inseparable Sancho, vuel-
ve a tomar el camino de Zaragoza, mientras que el citado caballero y su
nariganto escudero se apartan con la intención de buscar algún lugar
donde bizmarle y entablarle las costillas (P. II: Cap. XV). Y si la palabra
bizmarle resulta ya tan manida en nuestro relato que no merece nuevos
comentarios insoportablemente reincidentes, no ocurre lo propio con enta-
blarle, pues esta necesidad les hace encontrar en un pueblo a un algebris-
ta; es decir, persona que practica el álgebra o arte de <<concertar los hue-
sos desencajados y quebrados>> y cuya palabra destacamos por lo que de
tesoro tiene (Y en el Tesoro de Covarrubias se halla). Y así queda el caba-
llero, bizmado y algebrado; o, dicho de otra forma, con las costillas enta-
blilladas, sujetando con un vendaje las tablillas para que impidan la
flexión.

      Tras la aventura de los leones, los sucesos ocurridos en el castillo o
casa del Caballero del Verde Gabán y las cuitas del pastor enamorado,
descubrimos, una vez más en Sancho, un dicho boticario lleno de profunda
filosofía y conformidad ante hechos dolorosos y desventurados: que Dios,
que da la llaga, da la medicina (P. II: Cap. XIX) y que no podemos obviar
al contener la palabra medicina, sostén y vértebra de nuestra Profesión.

      De la misma manera, ya en la aventura de Montesinos, escuchare-
mos al Primo que a ella guiaba a nuestro héroe que olvidósele a Virgilio de
declararnos quién fue el primero que tuvo catarro en el mundo y el prime-
ro que tomó las unciones (*) para curarse el morbo gálico (*) (P. II: Cap.
XXII).

      La observación costumbrista de Cervantes repara en los zapatos
cuadrados, a uso de corte (P. II: Cap. XXIII) que llevaba un mancebito y
que implantó el Conde Duque de Olivares, obligado a usarlos por padecer

50
   121   122   123   124   125   126   127   128   129   130   131