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VOL. 68, (1) 2002 ESTUDIOS DE FARMACIA EN CONCEPCIÓN-CHILE
Con la partida del hermano Zeitler cinco años después, febrero de
1772, Chile perdió uno de los mejores boticarios y un buen químico.
Sin duda alguna la expulsión de los jesuitas, trajo la decadencia de
la farmacia fundada por ellos, es digno de mencionar por la importancia
que tiene para la historia de esta ciencia en nuestro país.
En su afán de dominio religioso, los jesuitas habían abandonado su
primitiva austeridad. En el orden intelectual escogieron los elementos más
granados de su juventud para hacerlos sus hijos o discípulos. Las Ciencias
Naturales se enriquecieron con el Abate Molina. La Literatura y la Histo-
ria tienen por aquella época una relativa prosperidad.
En la farmacia también ellos rayan a mayor altura que sus compe-
tidores. La gente clama con descontento por los precios altos. Sin embra-
go acuden con preferencia allí, donde están seguros de obtener la adminis-
tración honrada de una ciencia de tanta importancia para la salud.
En el año 1967, con la salida de los jesuitas, marca una etapa final
en muchas de las actividades e indudablemente para la farmacia tuvo una
gran importancia, pues trajo consigo la anemia de un establecimiento de
gran utilidad en aquella época, cuando el estado sanitario era deplorable y
daba paso a las más crueles epidemias.
Este establecimiento de farmacia pasó a convertirse en la Botica
de los Regulares Expulsos.
No hemos encontrado documentación suficiente para deducir, en
forma segura, cuántos establecimientos similares competidores tuvo la
botica de los Jesuitas. A principio del siglo XVIII figura en Santiago, dos
boticas particulares y la del Hospital San Juan de Dios.
En el año 1781 llegaba a nuestras costas, al puerto de Talcahuano,
la fragata de su Majestad, y que traía, lo cual era frecuente en aquellas
épocas, más de un centenar de enfermos de escorbuto. Se pidió entonces
con insistencia algunos medicamentos, que debían enviar desde Santiago,
la Botica de los Regulares Expulsos, consistentes en: diascordio, nitropu-
ro, piedra lipis, aceite de almendras dulces, hojas de sen, etc.
En 1782, hay constancia que los religiosos dominicos establecie-
ron una botica en la capital, la cual hicieron traer de Buenos Aires, po-
niéndola a cargo de un farmacéutico titulado en España (20)20
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