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ÁNGEL DEL VALLE NIETO ANAL. REAL ACAD. NAC. FARM.
El nombre de alheña, de la planta que ahora llamamos aligustre (Li-
gustrum vulgare) se consideraba entonces como sinónimo de polvo hasta
el punto de que decir “estar hecho alheña” significaba “estar hecho polvo”,
pues los frutos, muy ricos en materia colorante, de tono amoratado oscuro,
se desecaban y molían, reduciéndolos a polvo finísimo, que era la alheña
de los árabes, con el que se teñían los tatuajes y se sombreaban los ojos las
mujeres, usos que se conservaban en tiempos de Cervantes. Y que incluso
alcanzan a nuestra Dermofarmacia; pero, eso sí, en palabras francesas:
ombre pour les paupières...)
Y con el regusto dejado por las palabras de Sancho cerramos este
capítulo, rico en aventuras quijotescas, en pláticas, cuentos y demás, pero
que, farmacéuticamente, ha costado un verdadero esfuerzo académico y
personal a nuestro imprescindible Boticaril, sin cuya colaboración nunca
se hubiera podido escribir y que, no satisfecho con ello, quiere enriquecer
su final con estos Versos a la Dermofarmacia:
¿Poner más bellas a ellas?
Que no es posible, en verdad:
procuremos con las mudas
su belleza conservar
y con los polvos de alheña
sus párpados “ensombrar”.
Formularemos pegones
y a sus cejas depilar:
como mortero de piedra
os digo que quedarán.
Pastas, mejunjes y untos
y un poco de solimán,
serán afeites que usen
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