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B. SANZ PÉREZ  ANAL. REAL ACAD. NAC. FARM.

cuentes relaciones intelectuales, que formaban un grupo de autores in-
nombrables y reprobados por la autoridad eclesiástica.

     En las veinte anotaciones que Servet hace al Dioscórides y que Gon-
zález Echeverría incluye en su publicación se aprecian, además de los
grandes conocimientos botánicos de Servet, su perfecto dominio del grie-
go clásico. Mención especial merece la cuarta anotación que se refiere a
la canela, en la que distingue entre lo que hoy se denomina Cinnamomum
verum (sin C. zeylanicum) que es la más cara y C. cassia, la más barata y
la que seguramente sería la utilizada en la Europa del siglo XVI. En la
anotación sobre la berza marina (Calystegia soldanella) hace constar que
su descripción está llena de errores en el original de Dioscórides y pone
de manifiesto la diferencia que hay entre la longitud de sus hojas (según
el texto) y la similitud real que presenta con las aristoloquias. La anota-
ción a la endivia constituye una prueba más de sus conocimientos y pre-
ocupaciones nutritivas; dice, sin ningún rodeo, que no ve razón alguna por
la que la planta cultivada haya de ser más provechosa al organismo que la
silvestre, cuando ambas son de la misma variedad. Entonces todavía se
desconocían la fisiología y química vegetales, sin embargo Servet, basán-
dose solo en los conocimientos de su época y en su claro pensamiento
lógico, afirma lo que bastantes años más tarde confirmarían Liebig y otros
padres de la química agrícola.

     Del Dioscórides de Servet se hicieron en total ocho ediciones, dos de
ellas después de su muerte. Según González Echeverría, a quien tantas
veces nos hemos referido, las notas marginales de las traducciones de la
Materia medica hechas por Mattioli y Laguna, son iguales a las de Servet
pero “adornadas como si fuesen sus propios comentarios” y en otras oca-
siones expresadas hasta con las mismas palabras usadas por Servet.

     Para terminar, haré mías las siguientes palabras de González Echeve-
rría: “En definitiva una de las mayores obras médicas vigentes hasta el
siglo XVIII en las universidades, como es el Dioscórides, se añade a la
bibliografía de Serveto”.

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