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VOL. 67, (4) 2001  RADIACTIVIDAD Y SALUD

        Las radiaciones emitidas por los radisótopos, al desintegrarse, son
ionizantes, e interaccionan con la materia, de manera que producen
cambios y modificaciones en su composición y estructura. Su energía y
tipo de radiación determinan su efecto sobre la materia. La radiación alfa,
debido a su gran tamaño, puede detenerse con cierta facilidad; incluso la
piel es capaz de absorber su energía, sin que suponga un deterioro
considerable, dado el carácter protector que tiene la epidermis.

        Las radiaciones beta y sobre todo la gamma, son más penetrantes,
aunque la piel sigue siendo eficaz frente a la beta, lo es mucho más una
lámina de aluminio. Sin embargo, la radiación gamma, puede atravesar
espesores variables de agua, hormigón o plomo. La capacidad de blindaje
contra las radiaciones de los diferentes materiales está en razón directa
con su peso específico.

        La interacción de la radiación con la materia viva, origina
cambios, que se pueden manifestar por dos vías diferentes, dependiendo
de las tasas de dosis puestas en juego. Para tasas de dosis bajas, los
efectos sobre la materia son estocásticos, es decir, existe una cierta
probabilidad de que el efecto sobre los tejidos pueda devenir en cánceres
de etiología diversa. Por otra parte, en los casos de altas tasas de dosis, los
efectos son deterministas, es decir, se produce una destrucción de los
tejidos que, según la magnitud de la dosis, puede provocar la muerte del
individuo. Está perfectamente establecida la relación causa - efecto a
partir de 200 Sv, o sea para dosis de radiación muy altas.

        Esos efectos deterministas han podido establecerse mediante el
seguimiento de la salud de las personas que han sufrido daños por la
aplicación bélica de la energía nuclear, en Hiroshima y Nagasaki, en
accidentes catastróficos, como Chernobyl, o el ocurrido el pasado año en
Japón, en una instalación de reproceso de combustible nuclear. En esos
casos, se ha podido estimar, con bastante precisión, las tasas de dosis
recibidas, según la distancia a la que estaban de la fuente de radiación.

        Por otra parte, cuando se estudian las dosis bajas de radiación, por
debajo de 20 mSv, existe un consenso internacional, muy amplio, de que
el impacto de un solo bequerelio puede provocar un daño en las células.

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