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SEGUNDO JIMÉNEZ GÓMEZ  ANAL. REAL ACAD. FARM.

agrícola, sin que esto signifique descartar el industrial. En el doméstico
por lo que obliga a aumentar las áreas urbanas y en el agrícola por la ma-
yor demanda de alimentos, lo se traduce en el aumento de las tierras de
cultivo o en el incremento de su productividad.

        En uno y otro ámbito, la causa más inmediata son las pérdidas.
Hay redes de suministro doméstico en las que se pierde más del 25%, y en
las agrícolas se llega al 40%, lo que puede suponer no menos de 2.600
km3/año, cantidad suficiente, para aliviar las graves situaciones carencia-
les del momento, al menos en términos de valores medios.

        Con independencia de las pérdidas, el consumo agrícola es siem-
pre elevado. La propia reacción de fijación fotosintética implica un con-
sumo real de agua, pero además la evaporación y transpiración ejercen un
papel decisivo. Por ejemplo, el cultivo de 1 kg de trigo, en una región
española de máxima radiación, sólo por evaporación, origina unas pérdi-
das 500 litros de agua. Y ahí están los cultivos de algodón, con necesidad
de10 m3/kg, el de arroz con 4 m3/kg, o el de caña de azucar con 1 m3/kg.

         Los cultivos de regadío son especialmente consumidores. Su ma-
yor productividad, e incluso los hábitos alimentarios, han sido determi-
nantes para que, a lo largo del siglo que termina, las superficies de rega-
dío se hayan incrementado en un 500%. No obstante, el ritmo de creci-
miento ha disminuido en los últimos años a causa de que las prácticas de
riego incorrectas, la pérdida de suelos adecuados o su progresiva saliniza-
ción y la carestía y competencia en la compra del agua, han hecho temer
por sus rendimientos futuros. Las áreas de regadíos están creciendo sólo a
un ritmo del 1%, lo cual, contribuirá a no aumentar el consumo de agua.
Pero esto tampoco es bueno, porque como la población mundial crece al
ritmo del 1,7%, es decir, superior al de los regadíos, se compromete la
producción y suministro de alimentos. En todo caso, hacia el futuro, la
condición básica para implantar regadíos ha de ser la sostenibilidad de
los acuíferos que les sirvan.

        Sin embargo, sí parece conveniente cambiar los hábitos alimenta-
rios en el sentido de acortar la cadena trófica. El 38% de los cereales pro-
ducidos en el planeta se usa para la alimentación y cebo del ganado de
consumo, que además consume forraje, que es de regadío; de esta manera,

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