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SEGUNDO JIMÉNEZ GÓMEZ ANAL. REAL ACAD. FARM.
explanaciones y pequeños muros de piedra, según curvas de nivel, etc.,
todo lo cual contribuye a allegar algún recurso y evitar pérdidas.
De todas maneras, las crisis del petróleo de los años 73 y 78, tu-
vieron la virtud de hacer ver a la humanidad algo tan elemental como es el
que la mejor manera de mejorar la demanda es el ahorro. Los programas
de ahorro energético de aquellos años proporcionaron unos resultados
espectaculares, por lo que el sector industrial los trasladó al agua en muy
poco tiempo. Está muy claro que es más barato ahorrar agua que buscar
nuevas fuentes de suministro.
Para ahorrar agua hay que comenzar por evitar las cuantiosas pér-
didas; pero no es sólo esto, sino que, además, hay que depurar, reciclar y
reutilizar. Estas son las únicas directrices que pueden racionalizar el uso
del agua y convertirla en un producto sostenible.
Incluso sin necesidad de penalizaciones, ni de grandes incentivos
económicos, la industria ha optado con decisión por el reciclado. Buena
parte del agua industrial se usa para refrigeración, por lo que para su reci-
clado sólo precisa ser enfriada. En otros casos, y dadas las exigencias que
hoy se imponen a los vertidos, los costes de tratamiento para su reciclado
son inferiores a los de suministro y depuración previa a su vertido.
El sector industrial es donde más claro y arraigado está el concep-
to de productividad del agua, y hay subsectores, como los de Informática,
Electrónica, Aeronáutica, Automoción, Pintura y Alimentación, y en oca-
siones, también, la Industria Farmacéutica, que en los últimos años han
logrado excelentes resultados. Hoy, en toda industria actualizada y al día,
se deben depurar y reciclar, prácticamente, todas las aguas residuales, de
manera que sólo sea necesario reponer la evaporación.
En el sector agrícola las cosas no están claras. Está superado el
riego a manta, aunque no del todo abandonado, e incluso el de aspersión.
Este tiene de común con aquel que se empape gran parte del suelo no
sembrado, con el inconveniente añadido de las elevadas pérdidas por eva-
poración.
En el riego a manta hay una variante conocida como “riego por
impulsos”, que consiste en hacer primero un empape breve que satura los
poros, y poco después el riego real, que ahorra agua al evitarse una pro-
longada infiltración, aunque tampoco tiene una gran aceptación.
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