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VOL. 66, (2) 2000 SESIÓN NECROLÓGICA
transcurso de la campaña, nada menos que el cometido de jefe del
servicio de farmacia de una División. Terminada la guerra, en los cursos
de transformación de los oficiales provisionales en efectivos, se situó a la
cabeza del escalafón porque tenía la oposición ganada, por los puestos de
responsabilidad que había desempeñado en la campaña a plena
satisfacción del Mando y por la puntuación obtenida en el propio curso.
Ello le permitió iniciar o, más propiamente, continuar una carrera
meteórica que le llevó al empleo de general y a permanecer en ese empleo
durante ocho largos años. Ascendido a comandante cuando aún era muy
joven, se cruzó en la Gran Vía madrileña con un capitán de la Legión que
le confundió con un alférez y le llamó la atención por no saludar. Me
resisto a dejar de contar una anécdota de aquellos años que dio nombre a
los militares de los que ahora se llaman “Cuerpos comunes”. En la
primera convocatoria para los cursos de transformación que se llevaron a
cabo en Zaragoza, los farmacéuticos se dieron más prisa a preparar la
documentación y acudieron en gran número frente al reducido número de
médicos, veterinarios, interventores y jurídicos; por ello, bautizaron
aquella promoción con el nombre de “aspirinos” y, desde entonces
heredaron el mote las siguientes, cualquiera que fuese su titulación, de tal
manera que, cuando el pasado año una comisión de la séptima promoción
de la Academia General Militar fue recibida por el Rey con motivo de la
renovación del juramento a la Bandera, a los cincuenta años de salida de
aquella academia, el número uno de la promoción, el teniente general
Fernando Pardo de Santayana, me presentó como representante no sólo de
los farmacéuticos sino de todos los “aspirinos”, médicos, farmacéuticos,
interventores y jurídicos de la promoción. El mote, por supuesto, no tiene
carácter peyorativo sino cariñoso y así es aceptado por todo el Ejercito.
Pero sigamos con la biografía del general Mosqueira: después de los
destinos tácticos desempeñados en la guerra, tuvo otros dos, en la
farmacia de la fábrica de armas de Trubia, que aprovechó para cursar la
carrera de químicas en Oviedo, y en la Farmacia Central de la cuarta
Región Militar en Barcelona. Su único destino logístico fue el del
Instituto Farmacéutico del Ejército, en los empleos de comandante y
teniente coronel; allí fue jefe de las secciones de análisis e investigación y
de químicos y galénicos, desempeñando al propio tiempo el cometido de
profesor de los cursos de especialización en análisis y en síntesis e
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