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El investigador continúa describiéndonos sus observaciones y nos dice: Un fenómeno semejante lo encontramos en
crecimiento de las plantas en función de la temperatura, ésta, bloquea el crecimiento de las plantas tropicales en las cumbres
heladas, como así mismo la presencia de la aterciopelada flor de las nieves en las llanuras bajas. Esto, que en términos
vulgares llamamos aclimatación, se debe posiblemente a la misma causa que se adivina en los resultados obtenidos en la
patata. Su conclusión fue que los organismos vivos necesita un catalizador al que le dio el nombre Citoarjé (Kytos: célula;
arjé: dirigir, mandar), es decir, el citoarjé es aquello, el orgánulo, que dirige y manda en una célula.

    Román proponía que el citoarjé debería ser responsable de la función necesaria y última de vida de cada especie
viviente: la actividad de síntesis del huésped sería responsable de impedir la correspondiente del parásito y viceversa. Y
proponía que el citoarjé pudiera ser una familia de nucleoproteínas, cada una de ellas responsables de las características de
cada especie biológica y con carácter universal. Esas nucleoproteínas tendrían la propiedad de regular la vida de cada
especie e imprimirían su propia identidad que sería modulada en conjunción con los factores del medio ambiente.

    El citoarjé engloba, por tanto, un doble carácter en la célula: un citoarjé correspondería a las nucleoproteínas propias de
la especie y que se denomina arjesomas, cuya función sería la de dirigir la síntesis normal de la célula. Otro carácter se
debería a la presencia en una célula de un simbionte o parásito, éste sería responsable de inducir una disfunción o una
síntesis anormal en la célula huésped y que proponía llamarlo arjevirus.

    Como podemos deducir por lo descrito, Román de Vicente fue un innovador imaginativo, un modificador de conceptos,
un investigador perseverante con ideas originales de las que nunca se achicó porque a la investigación según decía “hay que
sostenerla siempre con esperanza, sinceridad y tenacidad”. Debo recordar que con demasiada frecuencia trabajó con una
financiación insuficiente y con la incomprensión de sus compañeros, pero fue capaz de superar muchas de esas dificultades.

    La idea del citoarjé, que como toda innovación fue controvertida, merece nuestros respetos y atención. Su tenacidad le
llevó a acumular un muy importante trabajo experimental en apoyo de su hipótesis. No se amilanó con las dificultades que
encontró y prosiguió adelante apoyado en las dos virtudes que destacan en su conducta: la sinceridad experimental y la
tenacidad.

    Su trabajo científico no se redujo a la experimentación conexa con la teoría del citoarje, sino que con su amplia
formación científica llegó a ser un experto en los ambientes científicos de los alimentos, cáncer y medio ambiente.

    Finalmente debo enfatizar que no todo fueron obstáculos, como lo demuestran las becas y ayudas recibidas,
principalmente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Fundación
Juan March; así como premios, entre los que se encuentran el Alonso de Herrera y el Leonardo Torres Quevedo, y el premio
de honor de la Academia Internacional de Lutecia en París. Fue numerario de la Academia de Arte y Ciencias de
Estocolmo, honorario de la de Medicina de Río de Janeiro y correspondiente de la Sociedad Argentina de Microbiología.
Participó en diversos Congresos, fue responsable de la organización de la Primera Reunión de Microbiólogos
iberoamericanos, en 1966, de las Jornadas Internacionales de Organización Científica, en 1973, y el Simposio de Genética y
Ética, en 1977, y publicó diversos artículos científicos, la mayoría en el extranjero, así como 7 libros y 20 ensayos.

    Finalmente pediros que lo recordemos como un científico valeroso, entusiasta, provocador, inconformista, inquieto,
rebelde y curioso, pero perseverante, generoso y a la vez exigente, un soñador que no veía gigantes, sino molinos. Y
guardemos este recuerdo porque, como él siempre decía, los recuerdos siempre serán nuestros.

    He dicho.

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