Page 92 - 84_01
P. 92

por él por no haber seguido las órdenes que nos dio en vida.

Román, el amigo.

    Según la Real Academia Española de la Lengua, la amistad es el “afecto personal, puro y desinteresado, compartido con
otra persona, que nace y se fortalece con el trato”. La amistad es una relación de afecto, simpatía y confianza que se
establece entre personas que no son familia. Aristóteles dedica los libros VIII y IX de los diez que componen su “Ética a
Nicómaco” para tratar del valor de la amistad. ¡Qué importante es la amistad!¡qué triste es la vida sin amigos!

    Posiblemente podría decirse que Román era más de amistades que de familia, sin que ello vaya en demérito de su
relación con sus familiares más cercanos: esposa, hijos y nietos. Sus amistades incluían un gran abanico de personas, desde
el sereno de su casa (cuando lo había), el conductor del autobús (al que convencía para que le parara donde le convenía) o
los socios de la Casa de Aragón donde acudía con frecuencia a conferencias y tertulias. En relación con nuestras raíces
aragonesas, desde hace unos cuantos años, yo pertenezco a la “Peña Moncayo” y nos reunimos a comer, con su
correspondiente tertulia, el último viernes de cada mes entre diez y quince aragoneses (me atrevería a decir “de pro”) de las
tres provincias (Zaragoza, Huesca y Teruel) residentes en Madrid y la verdad es que no sé por qué Román no pertenecía a
ella porque hubiera sido un contertulio extraordinario. Sus raíces aragonesas le llevaron a tener cierta vinculación con el
Partido Aragonés Regionalista (el PAR), manteniendo una relación más estrecha con Juan Carlos Trillo. A lo largo del
tiempo mantuvo amistades en Zaragoza (José Luis Roncalés, farmacéutico) y en Jaca (Agustín Valero).

    Mantenía relación de amistad con muchos vecinos de Pozuelo, donde residía, con quienes se reunía con cierta frecuencia
para tomar el aperitivo o comer después de la misa dominical. Aquí podría citar, omitiendo los apellidos, a Manolo,
Agustín, Simón y Santiago.

    Muchos sábados se reunía con compañeros farmacéuticos entre los que sobreviven José María Alfaro y Manolo
Ortega (miembro de esta Academia) y otros muchos que ya han fallecido (Emilio Fernández Galiano que fue también
miembro de esta Academia, Paco Morán, Tomás Gil, Enrique Flores y Pablo González Ameijide).

    En el ámbito profesional del Consejo Superior de Investigaciones Científicas hay que mencionar en primer lugar a
Lorenzo Vilas (su mentor y miembro de esta Academia, ya fallecido) así como a sus compañeros Miguel Rubio
(miembro de esta Academia, también fallecido), Rodrigo Moreno, Manolo Santolalla y Fernando Silió. Aquí es
obligado mencionar también a nuestro compañero académico Julio Rodríguez Villanueva y su esposa Isabel Acha.
Dentro del CSIC hay que mencionar también a sus colaboradores Marina Verdú y José Luis Marcilla.

    De sus compañeros de Cambridge (Reino Unido), donde Román estuvo investigando varios años, mantuvo una especial
amistad con Leonardo de Arrizabalaga, Richard Oliver y Ralph Smith, de quien intentó despedirse por teléfono
personalmente en su lecho de muerte, pero no lograron localizarle. Con ellos se reunía a comer cada cierto tiempo.

    Durante los estudios de su segunda carrera en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, tuvo una especial
relación con algunos de sus nuevos compañeros jóvenes a los que consideraba sus pupilos como son Maite Gudín y
Silvano de las Heras o aquel otro Juan (cuyo apellido lamentablemente desconozco) a quien animó y ayudó para que
no abandonara la carrera. Durante la realización de su tesis doctoral en Medicina, tuvo una especial relación con Luis
Arráez.

    Seguro que la adquisición de conocimientos médicos con su segunda carrera daría pie a innumerables conversaciones y
discusiones sobre sus propios diagnósticos con sus médicos de cabecera con quienes mantenía una fuerte relación de
amistad por encima de la simple relación médico-paciente. Estos eran Manuel Díaz, Pedro Sanchidrián y Juan
Gómez Durán.

    Decía en un lugar anterior que ¡pobre de aquel que no tuviera amigos!. Ante lo que acabo de exponer, no hay duda de
que Román fue muy rico.

    Una de las cualidades de la amistad es la fidelidad; por eso, Román sufrió mucho cuando se sintió traicionado por un
amigo en relación con unas oposiciones. Como contrapunto, aquí puedo volver a hacer referencia a su noble
comportamiento para conmigo cuando ingresé yo en esta Real Academia Nacional de Farmacia que he mencionado
anteriormente.

    Román mantuvo su concepto de la amistad hasta el final de su vida: baste decir que cuando estaba ya hospitalizado en la
última fase de su dolencia, llamó con el teléfono móvil para despedirse de muchos de sus amigos, diciéndoles “esto ya es el
final”. Él mismo, como médico, se había diagnosticado. Según me han contado sus familiares, estuvo hablando con el
teléfono móvil hasta que se agotó la batería. Entonces se durmió y, prácticamente, ya no despertó.

    Antes de terminar, quiero agradecer a Cristina, hija de Román, y a Merche, su hermana, la valiosa ayuda que me han
prestado y me ha permitido redactar estas breves, pero muy sentidas, palabras. Por supuesto que pido excusas si he omitido
algún nombre que debiera haber figurado entre la lista de personas nombradas. Ese riesgo se corre siempre que se hacen
relaciones nominales.

    Termino mi intervención diciendo: Román, amigo, descansa en paz.

    He dicho.

    90 @Real Academia Nacional de Farmacia. Spain
   87   88   89   90   91   92   93   94   95   96   97