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enzimática. En este caso moléculas del tipo de los
carbohidratos, que poseen grupos químicos activos, se unen
de forma covalente a proteínas (o incluso al ADN) celulares
modificándolas y, mediante reacciones químicas posteriores
que incluyen fenómenos oxidativos, dan lugar a productos
de glicosilación avanzada (AGE) con potencialidad para
alterar las funciones de las moléculas implicadas. También
se ha propuesto que el envejecimiento podría deberse a la
acumulación de mutaciones somáticas, que son cambios
en el ADN de las células no germinales, es decir, las que
constituyen la mayoría de los órganos y sistemas. El
atractivo principal de esta teoría es que puede explicar el
carácter claramente irreversible del envejecimiento
mediante la acumulación de cambios genéticos no
reparables aunque, como muchas otras teorías, no es capaz
de explicar qué podría causar la aparición de esas
mutaciones a velocidades tan diferentes en las distintas
especies animales.
Otra teoría es la de la velocidad de vida ("rate of
living"). Según ella la velocidad del envejecimiento es
mayor cuanto más grande es la tasa metabólica por gramo
de cada especie animal. Por eso suelen vivir menos los
animales pequeños que los grandes dentro de un mismo
grupo como por ejemplo los ratones frente a los elefantes en
el caso de los mamíferos. Aunque esto es cierto en muchas
especies, también son muchas las excepciones, razón por la
cual, al menos en su forma primitiva, esta teoría se
considera descartada como explicación general. Una teoría
que tuvo bastante difusión en su día pero que se considera
errónea por falta de evidencias en su favor es la de los
errores catastróficos en el proceso por el cual la
información pasa desde el ADN a las proteínas. Por otra
parte, durante la última década se ha descubierto que las
mutaciones que disminuyen la actividad del sistema de
señalización de la “insulina/IFG-1-like” son capaces de
incrementar la longevidad en especies que cubren un amplio
abanico de la escala evolutiva, desde las levaduras hasta los que los de vida corta como las ratas de laboratorio (que
ratones pasando por la mosca Drosophila o el gusano
nematodo C. elegans. Entre las teorías moleculares también
está la de los radicales libres que discutimos más abajo
en detalle.
Por último, se han propuesto también teorías
“evolutivas”. Estas no pretenden explicar como las
anteriores a qué se debe el envejecimiento, sino por qué
apareció en la evolución. Incluyen las del soma
desechable, la de la pleiotropía antagonista, o la
de la mortalidad extrínseca, y la que hoy en día está
ganando cada vez más adeptos a la vista de multitud de
evidencias en su favor, la del envejecimiento
programado. Parece cada vez más claro que la velocidad
del envejecimiento está escrita en nuestro genoma, lo que
explicaría la enorme diversidad y la gran variación
cuantitativa de la longevidad entre especies e incluso en una entrecruzamientos moleculares, intervienen en la
misma especie cuando se somete a restricción calórica (ver
mas abajo) o a mutaciones de un único gen como por
ejemplo los de la señalización insulina/IGF-1-like que ya
consiguen aumentar la longevidad hasta en un 40 % frente a
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la de los individuos normales en mamíferos como los
ratones. Esto es equivalente a aumentar la longevidad
máxima humana desde los más de 115 años actuales hasta
los 160 años. Los distintos ratones longevos por mutación
de un sólo gen que suben la longevidad hasta un 40 % son
tantos que se cuentan ya por muchas decenas.
EL ENVEJECIMIENTO POR RADICALES
LIBRES DE ORIGEN MITOCONDRIAL
Esta teoría fue propuesta inicialmente por el
estadounidense Denham Harman y tiene muchos apoyos
científicos en la actualidad. Los radicales libres son
sustancias nocivas derivadas del oxígeno que respiramos,
que se producen en nuestras células, especialmente en una
parte de las mismas encargada de producir la energía celular
durante la combustión de los derivados de los alimentos: en
las mitocondrias. Irónicamente el oxígeno, indispensable
para la vida, parece ser también un responsable principal de
que nos vayamos degradando poco a poco.
Los radicales libres atacan a las macromoléculas que
constituyen las células, sean proteínas, lípidos o ADN
(Figura 2). Estas lo soportan gracias a que poseen una
multitud de substancias antioxidantes. A la vista de esto, se
ha intentado alargar la vida de muchas especies animales
aumentando sus niveles de antioxidantes, suplementándolos
en la dieta o manipulando los genes que controlan los
antioxidantes celulares. Sin embargo, estas investigaciones
no han dado resultado, especialmente en el caso de los
mamíferos. Parece que la situación no es tan simple y se ha
estado incidiendo en el lado equivocado.
Se ha observado que los animales pertenecientes a
especies de vida larga (como la vaca, nosotros o muchas
aves) producen menos radicales libres por unidad de tiempo
envejecen en dos años), lo que puede explicar porqué tienen
menor daño oxidativo en el ADN mitocondrial (ADNmt) y
envejecen más despacio. La cercanía física entre el ADNmt
y el generador mitocondrial de ROS, que incluso parecen
estar en contacto físico, explica la poca capacidad de los
antioxidantes para interceptar a los radicales antes de que
dañen al ADNmt. Parece que la madre naturaleza ha
organizado así las cosas para impedir que la ingesta de
antioxidantes modifique un parámetro tan vital para una
especie como es la velocidad de su envejecimiento, lo cual
sería catastrófico para la especie o el grupo. De acuerdo con
estos conceptos, se ha observado que cuanto más longeva es
una especie, menor es el grado de daño oxidativo en su
ADN mitocondrial de modo análogo a lo que ocurre con su
producción mitocondrial de ROS (Figura 3). Además, la
teoría de los radicales libres puede explicar muchos de los
fenómenos básicos de otras teorías moleculares, ya que
están implicados en la formación de lipofuscina, dan lugar a
glicooxidación, pueden explicar la teoría de la “velocidad de
vida”, y dan lugar a mutaciones cuando impactan en el
ADN.
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