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posesión de ese conocimiento científico básico, la enorme
capacidad de las técnicas de la biología molecular, junto con
la nutrigenómica y farmacogenómica modernas, nos
permitirán por fin llevar a cabo el viejo sueño de la
humanidad: disminuir, por primera vez en la historia, la
velocidad del envejecimiento humano.
Cuando consigamos disminuir, de verdad, la velocidad
del envejecimiento del ser humano de con una intensidad
importante, podremos alcanzar por ejemplo los 120 años
con una edad biológica equivalente a la que tiene hoy una
persona de 30 años. Eso sería una extensión de la
longevidad de "solamente" tres veces, en lugar de las diez
veces que ya logramos desde nuestro antepasado de tipo
Plesiadatiforme. Eso sí que sería vivir mucho pero con
salud, fuerza y vitalidad, nada que ver con la situación de
los pocos centenarios que hoy día se acercan a los 120
años de edad. La aproximación contraria aplicada el
pasado siglo XX, proteger a la gente solamente de la
muerte pero no del envejecimiento, ha dado lugar a un
gran incremento de las personas que alcanzan la edad
avanzada, de forma que llegan a mayores pero están
biológicamente viejos y por lo tanto frágiles y con cada
vez mayor probabilidad de sufrir tarde o temprano una
enfermedad degenerativa mortal. Este incremento de la
población mayor está generando una enorme carga a los
sistemas de sanidad y seguridad social de nuestra sociedad,
aumentando enormemente la proporción de individuos
muchas veces crónicamente enfermos y en general social y
económicamente dependientes. Nuestras sociedades
desarrolladas pero envejecidas, con su carga
socioeconómica y sanitaria cada vez más insostenible,
sufren lo que se denomina "el problema del
envejecimiento". Todo esto se podrá solucionar
acercándonos cada vez más hacia el envejecimiento
insignificante, la "negligible senescence". La
biogerontología es la clave para solucionar este enorme
problema y ayudar a impulsar a la humanidad a un futuro
aún mas brillante en la senda evolutiva desde la
simplicidad hacia la complejidad en la que está ya
comprometida desde hace millones de años, desde el polvo
inerte a las bacterias, a las células eucariotas modernas, la continuamente, aunque algunas se dañan durante el
vida multicelular, el ser humano actual, y una sociedad
futura sin envejecimiento y mejor que la actual.
EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO
Es muy difícil definir el envejecimiento, por lo que
existen varias definiciones de este proceso. Una de ellas es
que consiste en el conjunto de cambios negativos que
ocurren en el individuo adulto que dan lugar a un aumento
de la probabilidad de sufrir enfermedades y la muerte.
También lo caracterizan las llamadas “cuatro reglas del
envejecimiento”. La primera regla nos dice que el
envejecimiento es universal. Esto significa que lo
experimentan absolutamente todos los individuos humanos.
Esto también es aplicable a la mayoría de las especies
animales, sobretodo a las más cercanas a nosotros como los
mamíferos. Cuando se trata de animales complejos como
nosotros, todas las especies estudiadas muestran
envejecimiento, aunque eso sí, a velocidades muy distintas.
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Gustavo Barja de Quiroga
La segunda regla nos dice que es progresivo. No nos
mantenemos jóvenes hasta los 80 años y luego envejecemos
de golpe. Por el contrario, las distintas manifestaciones del
envejecimiento, como las disminuciones de las distintas
funciones fisiológicas, van ocurriendo progresivamente a
todas las edades desde el adulto joven hasta el viejo.
Aunque dicha velocidad sea diferente en los distintos
individuos y aún en los distintos órganos dentro de un
mismo individuo. Pero la diferencia en la velocidad del
proceso es muchísimo mayor entre especies que dentro de
especies. Sólo en los mamíferos, la ballena más longeva
envejece 200 veces más despacio que una musaraña, y el
hombre lo hace 35 veces más lentamente que un ratón. En
los animales en su conjunto la velocidad de envejecimiento
entre especies puede variar hasta 200.000 veces o incluso
millones de veces desde insectos que viven un día o incluso
menos hasta el mejillón Arctica islandica que vive 512 años
o la esponja Scolymastra joubini que parece poder alcanzar
los 15.000 años.
La tercera regla nos dice que el envejecimiento es
irreversible. Es un proceso que se produce, de modo
natural, en una sola dirección, de joven a viejo, y nunca en
sentido contrario. Por eso los gerontólogos piensan que su
explicación fundamental ha de incluir cambios que se
acumulan con la edad en nuestros órganos y tejidos sin
posibilidad de ser reparados. Por último, el envejecimiento
es un proceso de origen endógeno. A él se le puede sumar
daño de origen externo que empeora nuestra salud. Pero
aunque vivamos aislados en un ambiente óptimo seguiremos
envejeciendo a la velocidad típica de nuestra especie.
Porque el origen mismo del proceso procede del interior de
nuestro cuerpo.
Además de estas cuatro reglas básicas, es importante
señalar que el envejecimiento se manifiesta de forma más
acusada en los órganos y tejidos llamados post-mitóticos.
Éstos son los que tienen poca o nula capacidad de división
celular. Cuando en un tejido las células se dividen
envejecimiento, las no dañadas dar lugar a células sanas
nuevas, y así la función del tejido puede mantenerse
bastante bien con el tiempo. Además la división celular por
sí misma disminuye el daño, ya que las alteraciones quedan
diluidas en las células hijas debido al crecimiento del
material celular tras la mitosis. En cambio el daño celular en
los tejidos post-mitóticos da lugar a células alteradas
permanentemente o a muerte celular. Esto es lo que ocurre
en la mayoría de las neuronas, o el las células musculares
esqueléticas o cardiacas. Estas células son en su inmensa
mayoría postmitóticas, y los órganos que las contienen,
cerebro, corazón y sistema muscular, son los más afectados
durante el envejecimiento.
El envejecimiento afecta a los distintos órganos y
sistemas. En el hombre produce cambios en la figura
corporal, disminuye la estatura y redistribuye la grasa
corporal desde zonas periféricas hasta zonas internas como
las abdominales. Se produce un deterioro en la capacidad de
regulación de la temperatura y de muchos otros parámetros
fisiológicos, disminuye la frecuencia cardiaca,
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