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La rectangularización de la curva de supervivencia
aumenta el porcentaje de individuos que llegan a viejos, así
como el número de centenarios, pero no aumenta la
longevidad máxima porque la velocidad del proceso
biológico intrínseco del envejecimiento sigue siendo la
misma. Por eso el aumento de longevidad media sin
aumento de longevidad máxima, sin disminución de la
velocidad del envejecimiento, ha envejecido la población, e
irónicamente ha creado "el problema del envejecimiento".
Ha permitido que el envejecimiento se manifieste de forma
masiva. Un tratamiento futuro que sea capaz de retrasar el
envejecimiento no sólo rectangularizará la curva de
supervivencia, sino que la desplazará a la derecha en el
tiempo, aumentando la longevidad máxima de la población.
Esto sería muy beneficioso porque solamente esto nos
permitirá vivir más años pero (de verdad) con buena calidad
de vida. Por ejemplo alcanzando los 80 años de edad
cronológica con la salud y el estado general de un hombre
actual de 57 años de edad biológica si disminuimos en sólo
un 40 % la velocidad del envejecimiento, algo que ya se ha
conseguido en mamíferos como los ratones (ver más abajo).
Eso solo se conseguirá si se consigue ralentizar la velocidad se agota. Sin embargo existen muchos puntos oscuros, como
del envejecimiento humano y por lo tanto aumentar su
longevidad máxima. La longevidad máxima es
específica de cada especie y alcanza sólo unos días en las
moscas, 3-4 años en ratas y ratones o 120 años en la especie
humana. Esto se debe a que la longevidad máxima, a
diferencia de la media, está fundamentalmente bajo control
genético. Sin embargo, en experimentos con animales ya se
ha conseguido aumentarla de forma apreciable mediante
manipulaciones genéticas, o incluso ambientales que inciden
en las vías celulares internas bajo control genético. Estos
experimentos se han realizado con levaduras, gusanos o
insectos, pero también en mamíferos como ratones de
laboratorio, lo que abre la esperanza de que en un futuro no
muy lejano se puedan aplicar al hombre.
TEORÍAS DEL ENVEJECIMIENTO
En el pasado se han propuesto un gran número de teorías
para intentar explicar el fenómeno del envejecimiento. La
mayoría de ellas se fijan en algún aspecto particular del
deterioro a nivel orgánico, celular o molecular. Las teorías
orgánicas incluyen a la neuroendocrina y la
inmunitaria. La teoría neuroendocrina se centra en que los
sistemas nervioso y endocrino son los principales
encargados de controlar y regular a todo el organismo. Por
lo tanto, su deterioro daría lugar a un mal funcionamiento de los últimos años ha cobrado importancia el fenómeno de la
los demás órganos y sistemas. En cuanto al sistema
inmunitario, es el que nos defiende de los ataques de agentes eliminación de macromoléculas e incluso de orgánulos
patógenos como virus y bacterias. Su deterioro, por lo tanto, celulares muy dañados como mitocondrias que no pueden
podría ser también causa de daño en todos los demás
sistemas. Sin embargo estas teorías no explican cual es la
causa del envejecimiento de los propios sistemas
neuroendocrino e inmunitario, dejando al final sin explicar
qué causa el envejecimiento. Hoy en día se considera que
las causas fundamentales del envejecimiento se sitúan a
nivel celular o molecular, aunque es probable que existan
también fenómenos de comunicación interorgánicos que
ayuden a coordinar el envejecimiento del individuo en su
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Gustavo Barja de Quiroga
conjunto.
Una teoría celular que tuvo mucho éxito en los años 70
del siglo XX fue la del límite de la duplicación
celular de Leonard Hayflick. Esta teoría se basaba en la
observación de que los fibroblastos cultivados en el
laboratorio podían duplicar sus poblaciones mediante
división celular un número limitado de veces y dicho
número era mayor cuanto más longeva era la especie animal
de la que procedían las células. Esta teoría cayo en desuso
cuando se pudo observar que dicho límite no era tan fijo
como se creía al principio, sino que podía aumentar cuando
se mejoraban las condiciones ambientales en las que se
cultivaban las células. La teoría del límite de la duplicación
celular ha resurgido en parte en los últimos años cuando se
ha comprobado que los telómeros (los extremos de los
cromosomas) pierden material genético cada vez que la
célula se divide. Esto podría ser la base de la existencia de
límites a la duplicación celular, cuando el ADN telomérico
el hecho de que la longitud telomérica no correlaciona bien
con la longevidad máxima del ratón y el hombre. En
cualquier caso, este fenómeno no puede explicar por qué
envejecen las células postmitóticas (que no se dividen)
como muchas neuronas y células musculares y cardiacas. Sí
podría, en cambio, dar cuenta de parte del envejecimiento en
tejidos con gran actividad de división celular.
Las teorías más exitosas hoy en día son las teorías
“moleculares” que son las más abundantes en número. La
mayoría de ellas se centran en algún tipo de deterioro que
ocurre en las macromoléculas celulares con la edad. Uno de
los cambios mejor conocidos que ocurren en las células
postmitóticas durante el envejecimiento es la acumulación
de lipofuscina. Se trata de acumulaciones heterogéneas de
proteínas y lípidos oxidados y entrecruzados, relacionados
con unos orgánulos citoplásmicos con capacidad
degradativa llamados lisosomas, que se van acumulando con
la edad en el citoplasma de la célula y que se pueden
observar al microscopio. Representan materiales que la
célula no ha podido ni expulsar ni digerir, es decir, una
especie de acumulación de “basura” celular. No hay acuerdo
en si dicha acumulación puede llegar o no a disminuir las
funciones celulares, pero en cualquier caso la lipofuscina es
un excelente marcador de envejecimiento a nivel celular. En
autofagia, que en relación con los lisosomas, permite la
repararse. Cuanto mayor autofagia, menor es la acumulación
irreversible de basura celular (lipofuscina) que parece ser
capaz de acabar dañando a la célula.
Otra teoría molecular se basa en la observación de que
conforme las células envejecen se forman puentes cruzados
intra- o intermoleculares en muchas macromoléculas, como
por ejemplo en el colágeno, o ente proteínas y ADN en el
núcleo celular. Estos entrecruzamientos aumentan la
rigidez y dificultan la funcionalidad de las moléculas
implicadas. Otra fuente de modificación de macromoléculas
es el fenómeno de la glicación o glicooxidación no
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