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Cuando terminó la práctica fui a despedirme de mi profesor, que me dijo: “espera, quiero que conozcas a don Gaspar
González, gran amigo mío y compañero del colegio Mayor “César Carlos”, es catedrático de Filotecnia de la facultad de
Madrid. Me pareció un señor joven, alto, de buena facha, elegantemente vestido, afable pero algo frío y distante. Cuando lo
conocí mejor comprendí lo errado de mi juicio, pues era cálido, cercano y de trato exquisito, cualidades que muy pronto
apreciaban en él cuantos lo conocían. A este respecto he de señalar, que siempre que venía a Zaragoza, pasaba por la cátedra
de Farmacología para charlar con su amigo don Pascual, pero nunca dejó de interesarse por el trabajo de quienes estábamos
en las fases iniciales de la carrera docente: para todos tenía unas palabras de ánimo y esperanza.

    En junio de 1955 tuve que ir a Madrid y visité el Instituto de Alimentación y Productividad Animal, entonces centro
mixto del CSIC y de la universidad de Madrid, que dirigía el profesor Gaspar González. Estaba situado en una parcela
próxima a Puerta de Hierro. Era, a pequeña escala, una miniestación agroganadera experimental que disponía de
miniparcelas para ensayos agrícolas, algunas ovejas, dos vacas, y jaulas para aves y conejos. Contaba, además con
laboratorio, bastante bien dotado para los años 50 y de un par de despachos.

    Nuestro académico que nunca presumió de los logros conseguidos, sin embargo, en una ocasión al referirse a sus
primeros colaboradores me decía, lleno de satisfacción y cariño, “gracias a ellos con esta estructura mucha ilusión y no poco
trabajo hemos conseguido que se nos conozca en el mundo científico europeo y norteamericano”.

    Sostenía Gaspar que entre las misiones de la universidad se olvida, a veces, el utilizar sus saberes para la resolución de
problemas que impiden el desarrollo armónico del bienestar humano. Por ello, orientó sus investigaciones a la lucha contra
el hambre que, en los años 40-50 del siglo pasado, se dejaba sentir con dureza en ciertos sectores de nuestra población. De
aquí que dirigiera sus investigaciones a mejorar la producción de alimentos de origen animal (leche, carne y huevos), esto
que exigía una buena ganadería extensiva para aprovechar los pastizales naturales y rastrojeras, además de otra intensiva
(aviar, porcina y bovina principalmente) que demandaba una potente industria de piensos y complementos de los mismos.
Permítanme, señoras y señores académicos, que no cite ahora a los primeros colaboradores de don Gaspar que tan a fondo
se emplearon con este trabajo. Ya lo ha hecho en su intervención el académico doctor García Sacristán.

    Después de la visita antes referida, no volví a ver a don Gaspar en tres años, pues becado por el Institute of International
Education pasé tres cursos en la Universidad de Cornell (Ithaca, N.Y .). Por cierto, dos prestigiosos profesores de esta
universidad, los doctores Meynard -entonces profesor emérito- y Barnes –editor científico del Journal of Nutrition- al saber
mi procedencia, se interesaron mucho por nuestro amigo, el profesor Gaspar González. Así se lo manifesté en septiembre de
1962 cuando estuve con él en vísperas de mi oposición a cátedra.

    En los primeros días de diciembre, cuando exponía el primer ejercicio de la oposición que iba seguido de la temida y
temible discusión de lo expuesto (la famosa trinca) vi entre el público asistente al profesor Gaspar González. No solo
escuchó mi exposición sino que esperó, además, a que el tribunal hiciera públicas las calificaciones. Siempre recordaré
agradecido esta prueba de amistad y de apoyo moral.

    Creo que fue en marzo de 1963 cuando tuvo lugar en Córdoba la primera asamblea de catedráticos de facultades de
veterinaria de España. Gaspar me telefoneó y dijo “cuento contigo y te ofrezco un asiento en mi coche”. Lógicamente no
pude negarme y al día siguiente, por la mañana, emprendí el viaje a Madrid donde me esperaba Gaspar. En su coche –un
Seat 120- continuamos el viaje a Córdoba. Cuando dejamos atrás la capital comenzamos una conversación que duró tanto
como el viaje o más. No contaré todo, pero permítanme que recuerde algunas cosas:

    “Pienso, decía Gaspar, que todo investigador debería comprometerse en cualquier momento y circunstancia, a mantener
una investigación de calidad transmitiendo a sus sucesores sus experiencias. Solo con esto sería posible colocar a nuestro
país en el grupo de los que crean ciencia”.

    El éxito de Gaspar radicaba en dejar a sus estudiantes, doctorandos y colaboradores que expusieran con libertad sus
propias ideas. Frecuentemente callaba y escuchaba, pero observaba y al final corregía o admitía las ideas o sugerencias
expuestas; lo hacía con toda sinceridad, en una delicada mezcla de prudencia y cortesía.

    Otra buena cualidad de Gaspar era que no le importaba y creo que hasta le gustaba, ceder protagonismo a sus
colaboradores y doctorandos. Siempre hizo partícipes a sus compañeros y allegados de los triunfos de quienes fueron sus
estudiantes.

    Como se ha señalado, Gaspar mantuvo una respetuosa amistad con quienes fueron sus maestros y también con sus
estudiantes y doctorandos que, después de formados a su lado, buscaron nuevos horizontes, como es lógico, en los que
impartir sus saberes y emprender nuevas tareas. Esto nunca fue una ruptura y por tanto, no supuso alejamiento ni olvido, por
el contrario compartían las preocupaciones y alegrías diarias y, asimismo, solían comentar y discutir los resultados de sus
trabajos. También eran frecuentes sus visitas.

    Añadiré que las publicaciones del grupo de Gaspar vieron la luz en las revistas de alimentación animal y de zootecnia
más importantes del mundo, y que algunas de sus ponencias y comunicaciones figuran en las actas y proceedings de los
congresos de su especialidad más valorados de su tiempo.

    Séame permitido augurar que la obra de nuestro académico continuará en su ausencia, gracias a la lealtad y amistad que
sembró en sus alumnos, diseminados por muchos departamentos universitarios, institutos y centros del CSIC, organismos
del Estado y de la UE, grandes empresas agroganaderas, fábricas de piensos y, como él solía decir, por esos centenares de

    192 @Real Academia Nacional de Farmacia. Spain
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