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Riesgos
sanitarios
de
la
contaminación
de
suelos
tabulado
por
las
más
importantes
organizaciones
sanitarias,
que
p.
ej.
para
la
USEPA
americana,
sería
la
DdR,
y
para
el
RIVM
holandés,
la
MPR
(expresados,
ambos,
en
mg.Kg--1.día--1).
La
relación
entre
la
ICD
y
p.
ej.
la
Drd,
se
denomina
“coeficiente
de
peligro”
y,
si
el
valor
es
inferior
a
1,
el
riesgo
se
considera
irrelevante
y,
si
es
superior,
apreciable.
Existiendo
a
partir
de
este
nivel
una
serie
de
tramos
donde
los
niveles
de
gestión
de
los
suelos
contaminados
se
hacen
cada
vez
más
intensos
y
costosos.
Para
cada
contaminante
se
deben
evaluar
los
diferentes
aportes
que
pueden
llegar
al
receptor
por
las
diferentes
rutas
posibles
por
lo
que
el
total
a
considerar
como
dosis
de
exposición
es
el
sumatorio
aportado
por
cada
ruta
en
particular.
Como
la
evaluación
del
riesgo
se
realiza
para
cada
contaminante
en
particular,
para
caracterizar
el
riesgo
de
un
suelo
contaminado
determinado,
donde
es
frecuente
que
existan
diferentes
contaminantes,
lo
más
habitual
es
calcular
para
cada
uno
su
coeficiente
de
peligro,
deduciendo,
finalmente,
por
la
suma
de
los
coeficientes
particulares,
un
coeficiente
de
peligro
general
del
suelo
en
cuestión.
En
las
substancias
cancerígenas
se
calcula
un
“exceso
de
probabilidad”
de
un
caso
de
cáncer
sobre
los
valores
normales
de
una
población
determinada,
multiplicando
el
factor
de
pendiente
(que
está
expresado
en
mg.Kg--1.día--1)
por
la
dosis
de
exposición
(p.
ej.
la
ICD).
Según
las
diferentes
legislaciones
y
circunstancias
particulares
del
contaminante
o
de
la
población
estos
valores
pueden
oscilar
entre
10--4
a
10--7.
Como
en
el
caso
de
las
substancias
no
cancerígenas,
los
riesgos
individuales
de
que
se
produzca
un
caso
de
cáncer
para
cada
substancia
contaminante
se
suman
para
obtener
un
índice
general
en
el
caso
de
que
existan
diferentes
substancias
cancerígenas
en
el
suelo.
En
los
sistemas
de
ER
utilizados
habitualmente
no
se
tienen
en
cuenta
las
posibilidades
de
que
entre
las
substancias
contaminantes
puedan
existir
efectos
aditivos
o
sinérgicos,
como
está
demostrado
que
ocurre
p.
ej.
con
mezclas
de
varios
plaguicidas
(Arnold
et
al.,
1996).
Esta
deficiencia,
que
es
bien
conocida,
sin
embargo,
ante
la
dificultad
de
su
evaluación
por
falta
de
datos
suficientes,
no
está
considerada
en
la
mayoría
de
las
guías
propuestas
para
la
realización
de
las
ER.
Una
vez
caracterizado
el
riesgo
por
una
ER,
viene
la
etapa
de
actuación
sobre
el
suelo
problema
que
puede
ir
desde
unas
simples
recomendaciones
sobre
cambios
de
hábitos
en
la
población
hasta
el
sellado
e
impermeabilización
de
los
suelos
problema.
En
determinadas
guías
existen
árboles
de
decisión
adaptados
a
los
diferentes
tipos
de
actuaciones
que
se
pueden
llevar
a
cabo
con
los
suelos
contaminados.
Finalmente,
existe
cada
vez
más
la
tendencia
de
incorporar
a
las
decisiones
a
representantes
de
las
propias
poblaciones
afectadas,
para
que
dentro
de
las
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