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B.
Lizarbe
y
S.
Cerdán
Figura
2.--
Mapas
paramétricos
estadísticos
(SPM)
de
las
regiones
activadas
en
el
cerebro
humano,
medidos
con
BOLD,
durante
la
visualización
de
imágenes
de
alto
contenido
calórico.
La
barra
de
color
refleja
la
escala
de
la
estadística
SPM
utilizada
para
el
análisis.
La
corteza
prefrontal
y
dorsolateral,
el
tálamo
y
el
hipotálamo
muestran
activación
significativa
(p<0.005)
relativamente
a
la
activación
detectada
tras
mostrar
fotografías
de
utensilios
no
comestibles.
Reproducido
de
(29)
con
permiso
del
editor.
Estos
estudios,
demostraron
que
el
apetito
en
seres
humanos
es
el
resultado
de
un
complejo
entramado
de
redes
neuronales
que
incluye,
además
del
hipotálamo
y
del
tronco
encefálico,
regiones
corticolímbicas
y
corticales.
Esta
múltiple
regulación
está
relacionada
aparentemente
con
los
efectos
cerebrales
de
recompensa
a
la
ingesta
de
comida,
con
los
estímulos
del
apetito
presentes
en
el
ambiente,
y
con
otros
factores
cognitivos
o
incluso
emocionales
(26).
En
este
contexto,
se
han
investigado
con
éxito
las
respuestas
funcionales
a
señales
orexigénicas
y
anorexigénicas
en
el
cerebro
humano.
Estudios
BOLD
de
administración
del
péptido
PYY
a
voluntarios
humanos
sanos
(27)
con
niveles
altos
de
PYY
en
plasma
indicaron
que,
como
sucede
en
los
estados
alimentados,
la
activación
cerebral
de
la
corteza
orbitofrontal
caudolateral
(OFC)
predice
la
ingesta
de
comida.
Por
lo
contrario,
niveles
bajos
de
PYY
en
plasma,
como
sucede
en
condiciones
de
ayuno,
es
la
actividad
hipotalámica
la
está
correlacionada
con
la
ingesta
de
comida.
Así
se
pudo
demostrar
por
primera
vez
que
la
presencia
de
una
señal
de
saciedad
post--ingesta
cambia
las
zonas
de
activación
cerebral.
Casi
al
mismo
tiempo,
en
estudios
de
administración
de
grelina,
una
señal
orexigénica
(28)
se
pudo
demostrar
que
la
respuesta
neuronal
a
estímulos
visuales
relacionados
con
el
apetito
era
superior
también
en
la
zona
OFC,
y
en
otras
regiones
implicadas
en
la
codificación
de
incentivos
del
apetito.
En
definitiva
este
trabajo
demostró,
que
la
presencia
de
señales
metabólicas
como
la
grelina
podía
favorecer
el
consumo
de
alimentos
mediante
la
activación
de
zonas
del
sistema
hedónico.
Más
recientemente,
las
aplicaciones
de
BOLD
en
estudios
de
regulación
del
apetito
cubren
principalmente
tres
ámbitos:
la
respuesta
hipotalámica
a
la
glucosa
en
condiciones
normales
o
patológicas
(29,30),
las
diferencias
en
control
cerebral
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