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VOL. 75 (1), 99-112, 2009 EL DESCUBRIMIENTO DE LAS PROTEÍNAS
En el otoño de 1960, poco después de la llegada de Shimomura a
Princeton, el profesor Johnson le enseñó un pequeño frasco con un
polvo blanco y le explicó que se trataba de un liofilizado de Aequorea
victoria, una medusa luminosa del orden Hydrozoa que vive en las
costas occidentales de Norteamérica. Aequorea victoria tiene unos pe-
queños organos lumínicos en el borde de la umbrela, justo en la base
de cada tentáculo, que emiten un destello de luz verdosa cuando la
medusa es agitada o sacudida. Johnson le explicó a Shimomura que
si se mezclaba ese liofilizado con agua, emitía luz. Tal y como relata
el propio Shimomura (3), la demostración que el doctor Johnson in-
tentó realizar a continuación no funcionó, pero era tal el entusiasmo
que ponía en describir la brillante luminiscencia de las medusas vi-
vas que abundan en las costas en torno a Friday Harbour en el esta-
do de Washington que Shimomura no pudo resistirse a aceptar el pro-
yecto de identificar la molécula o moléculas responsables de esta
bioluminiscencia. Así, a principios del verano de 1961, Shimomura,
su esposa, el doctor Johnson y un ayudante, pertrecharon la furgone-
ta que Johnson acababa de comprar para la ocasión y emprendieron
un viaje de siete días hasta Friday Harbour. Una vez allí, el doctor
Robert Fernald, el director de los Friday Harbour Laboratories, les
condujo al pequeño laboratorio en el que Shimomura y el resto del
equipo llevaron a cabo las dos tareas principales de la expedición: por
un lado, aprender a recolectar de las medusas la actividad biolumi-
niscente en condiciones de manipulación en las cuales la actividad lu-
mínica estuviera reversiblemente inhibida y, por otro lado, recolectar
una cantidad ingente de medusas para producir extractos suficientes
para posteriormente en Princeton aislar la molécula o moléculas res-
ponsables de la actividad. Desoyendo los consejos del doctor Johnson
que estaba centrado en la hipótesis de que el sistema luminiscente de
Aequorea sería similar al de la Luciferina-luciferasa, Shimomura se
centró en inactivar la actividad manteniendo los triturados de medu-
sa en pH ácido y después comprobó que los extractos libres de célu-
las recuperaban la luminiscencia al restaurar un pH neutro. Pero el
gran avance fue por casualidad al arrojar Shimomura restos de ex-
tracto en la pila y observar un destello lumínico, aunque azul y no
verdoso, como hubiera sido de esperar. Como la pila contenía restos
de agua de mar, comprendió que uno de los componentes de esta se-
ría el responsable de esa activación. La composición del agua marina
era bien conocida y pronto Shimomura comprobó que era el Ca2+ el
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