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JUAN-RAMÓN LACADENA CALERO AN. R. ACAD. NAC. FARM.
científica que hace del descubrimiento la Asamblea Nobel del Instituto
Karolinska dice muy claramente que en 1983 Barré-Sinoussi y
Montagnier concluyeron que habían descubierto un nuevo retrovirus hu-
mano no-transformante que contenía una proteína principal p25 (7),
similar a la del virus HTLV-1 (human T-cell leukemia virus) que en 1981
y 1983 había descubierto el grupo de Gallo (8, 9), pero con diferentes
propiedades antigénicas. Este nuevo tipo de virus fue denominado “virus
asociado con linfoadenopatía (LAV)”. Más tarde, en 1984, Barré-Sinoussi
y Montagnier aislaban en dos hermanos con hemofilia B tratados con
factor VIII otros virus similares al LAV que denominaron “virus asocia-
dos con la inmunodeficiencia” (IDAV-1, IDAV-2) que presentaban una
morfología típica de lentivirus tipo D (con un espacio interno cónico-
cilíndrico claramente distinto del espacio interno esférico de los virus
HTLV-I y HTLV-II) y una proteína p25 idéntica a la de LAV (10). En 1984,
Gallo y colaboradores (11-14) describían un nuevo tipo de virus seme-
jante a los HTLV que compartía algunas propiedades con los HTLV-1 y
HTLV-2, denominándolo HTLV-III que, sin embargo, presentaba mucha
similitud con el LAV-1 de Barré-Sinoussi y Montagnier. Posteriormente,
el grupo del Dr. Levy en San Francisco identificó en pacientes con SIDA
y con linfoadenopatía otro retrovirus del tipo D, del grupo lentivirus, es-
tructuralmente relacionado con el LAV-1 y el HTLV-III (15). Finalmente,
los grupos americanos y francés se pusieron de acuerdo en que LAV-
1/IADV-1/HTLV-III y ARV eran el mismo tipo de virus, de manera que
en 1985 un consorcio internacional de taxonomía viral decidió la de-
nominación definitiva de “virus de la inmunodeficiencia humana tipo 1
(HIV-1)” (16-18). ¿Cómo habría que interpretar el hecho de que Gallo
reconociera que “probablemente” algunos cultivos de su laboratorio se
habían contaminado con una muestra viral enviada por el Dr.
Montagnier, tal como recogía al principio de este escrito?
Apropiaciones indebidas en el ámbito científico las ha habido
siempre en cualquier disciplina. Podríamos recordar, en el ámbito de
los Premios Nobel, la controversia surgida en torno a James D. Watson
y Francis H. C. Crick en relación con la forma en que conocieron los
datos de Rosalind Franklin sobre la difracción por rayos X de la
molécula de ADN que les permitió ganar la carrera del modelo estruc-
tural del ADN.
En 1962, Watson y Crick recibieron, junto a Maurice H.F. Wilkins,
el Premio Nobel en Fisiología o Medicina “por sus descubrimientos
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