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JOSÉ JAVIER LUCAS  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

ubiquitina proteasoma se encarga del recambio por degradación endo-
proteolítica de la mayoría de las proteínas solubles intracelulares cuan-
do estas presentan señales para su degradación. La señal en concreto el
la unión covalente de varias copias de una pequeña proteína de 76 ami-
noácidos denominada ubiquitina. Cuando una proteína contiene esta se-
ñal de poliubiquitinación es eficientemente degradada por el complejo
multiprotéico y multicatalítico denominado proteasoma (23). Se han ge-
nerado formas de GFP con modificaciones que hacen que la proteína
fluorescente se poliubiquitile muy eficientemente. Por tanto, estas pro-
teínas son rápidamente degradadas por el proteasoma y tienen un vida
media extremadamente corta (24). Cuanto los genes que codifican por
estas formas de GFP se expresan en una célula, la proteína no se llega
a acumular y por tanto la célula no muestra fluorescencia a no ser que
el sistema ubiquitina-ptoteasoma no esté funcionando correctamente.
Estas proteínas son pues biosensores de inhibición del sistema ubiqui-
tina-proteasoma. Para explorar la hipótesis de que un mal funcionamien-
to del sistema ubiquitina-ptoteasoma en la enfermedad de Huntington
estamos combinando nuestro modelo de ratón transgénico de la enfer-
medad de Huntington (25, 26) con ratones con expresión ubicua de una
de estas formas de GFP reporteras de inhibición del sistema ubiquitina-
proteasoma generadas por nuestro colaborador Nico Dantuma del
Karolinska Institutet (27). De entre los distintos abordajes experimenta-
les posibles para explorar la posible inhibición del sistema ubiquitina-
ptoteasoma en la enfermedad de Huntington, este posee numerosas ven-
tajas y muy en particular la resolución celular a la hora de detectar si
dicha inhibición está teniendo lugar sólo en un subtipo neuronal o sólo
en un momento muy concreto de la evolución de la enfermedad (28).

    Por último, un aplicación reciente y probablemente la más espec-
tacular de la proteínas fuorescentes es el denominado experimento
“brainbow” (29), por el juego de palabras inglesas brain (cerebro) y
rainbow (arco iris). Lo que hicieron Livet y sus colaboradores de la
Universidad de Harvard (USA) fue generar ratones modificados gené-
ticamente que incorporaban en sus genomas las secuencias de ADN
que codifican tres de estas proteínas fluorescentes. Concretamente, una
azul-cian, otra amarilla y otra roja. Por la manera en que se generó
este ratón transgénico, cada neurona de éste expresa una cierta pro-
porción de cada una de estas tres proteínas. De esa forma, al igual que
ocurre al combinar las tintas de una impresora, cada neurona fluores-

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