Page 221 - 73_02
P. 221

VOL. 73 (2), 603-640, 2007  INFORMACIÓN ACADÉMICA

    En el principio de la Historia, hasta que se produjeron los prime-
ros cambios paradigmáticos en las diferentes disciplinas científicas
durante los siglos XVI y XVII, las verdades de las creencias predo-
minaron sobre las de la razón.

    El lenguaje fue el mismo para describir todos los aspectos, de la
naturaleza y del espíritu, desde cualquier posición intelectual.

    Al ir afinándose los métodos de observación, a partir del Renaci-
miento y del Barroco, la descripción de la realidad inmediata sensi-
ble se distanció de una más fina observación científica (lo infinita-
mente alejado, lo infinitamente pequeño).

    Empezaron a surgir problemas entre ciencia y creencia y comen-
zó a producirse la brecha entre las mal llamadas dos culturas, pro-
fundizada durante el siglo XIX.

    Surgió la terminología científica diseñada para poder nombrar
realidades entonces desconocidas.

    Hasta producirse la que ya nadie denomina «revolución científi-
ca», el lenguaje en el que se expresaban literatos, pensadores y cien-
tíficos era el mismo.

    A nadie se le ocurre mantener que Hornero o Hesíodo no fueron
grandes poetas porque en su Ilíada, en la Odisea, en la Teogonía o en
Los trabajos y los días, daban cuenta de los conocimientos científi-
cos de su tiempo. Los críticos post-ilustrados motejaron de poetas
de segunda fila a Arato de Solos (310-240 a.C.), Apolonio de Rodas
(297 a.C.) o Nicandro de Colofón (siglo II a.C.), autores de textos con
tema astrológico o farmacológico, pero no se atrevieron a hacer lo
mismo con Hipócrates de Cos (450-375 a.C.) un sanador, pero tam-
bién un filósofo natural de la talla de Aristóteles o Platón, que ayudó
a consolidar el pensamiento griego y, dentro de él, el concepto de
naturaleza, con una calidad poética de primera magnitud. Tampoco
se atrevieron a descalificar a Teofrasto, el botánico discípulo del es-
tagirita ni a Tito Lucrecio Caro (94-50 a.C.), capaz de escribir su
monumental De rerum natura, inspirado en la filosofía epicúrea y la
fisiología atomista.

    Durante el Renacimiento y el Barroco, con la obra de Copérnico
o Galileo, la de Vesalio y la de Harvey, la ciencia empieza a adentrar-

                            615
   216   217   218   219   220   221   222   223   224   225   226