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JESÚS ÁVILA DE GRADO  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

    Adicionalmente, Cajal sugirió que los lugares de recepción en la
dendrita eran, en muchas ocasiones, unas protuberancias que él de-
nominó como espinas dendríticas (7), y sugirió que estas espinas
dendríticas podrían estar implicadas en procesos de aprendizaje y
memoria, una hipótesis que fue posteriormente sugerida por el tam-
bién Premio Nobel, Francis Crick. Cajal también describió los circui-
tos neuronales que hoy conocemos están implicados en procesos de
memoria (8).

    Pero Cajal estudió no sólo la función sino la disfunción del sis-
tema nervioso. Una de las preocupaciones de Don Santiago fue co-
nocer cómo funcionaba correctamente el sistema nervioso para de-
tectar posibles fallos que podrían conducir a la degeneración
neuronal. Buscaba, en sus propias palabras, que el órgano del alma
funcionara correctamente, y que cuando el sistema nervioso por
motivos como, por ejemplo, la edad, dejara de funcionar, los ancia-
nos no quedaran atrapados por la demencia (9). Sin embargo, llegó a
la conclusión de que la regeneración de axones y dendritas era difícil
una vez dañados (9), indicando que «una vez terminado el desarrollo,
las fuentes de crecimiento y regeneración de los axones y dendritas se
secan irrevocablemente. En los cerebros adultos las vías nerviosas son
algo fijo, terminado, inmutable. Todo puede morir, nada puede regene-
rarse. Corresponde a la ciencia del futuro cambiar, si es posible, este
cruel decreto».

    Esta última frase de Ramón y Cajal indica su gran sabiduría pues,
hoy conocemos que hay una zona del sistema nervioso central en la
que los axones pueden crecer. Esta zona es la que conecta el epitelio
olfatorio (zona periférica) con el bulbo olfatorio (sistema nervioso
central), posibilitándose ese crecimiento axonal por la existencia, en
esa zona, de un tipo especial de glía, la glía envolvente del bulbo olfa-
torio. De este modo se ha probado si la presencia de dicho tipo de glía
en otras zonas del sistema nervioso que pudieran estar dañadas, como
la médula espinal, podría facilitar el crecimiento axonal. Para ello se
han realizado trasplantes de dicha glía a zonas dañadas, en modelo
de rata lesionada y se ha visto recuperación funcional (10, 11).

    Como corolario, se puede indicar que Don Santiago se anticipó a
muchos de los descubrimientos en Neurociencias. Es de esperar que
los científicos sigan pues leyendo con detalle las obras de Cajal como

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