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VOL. 72 (4), 643-659, 2006 HOMENAJE A RAMÓN Y CAJAL EN EL CENTENARIO DE...
idea original para ser desarrollada. Esta era la virtud de Cajal, quien
inicia un trabajo frenético durante sus años en Barcelona, ideando
modelos y compilando datos.
En 1889 realiza Cajal su primer viaje fuera de España, si excep-
tuamos la estancia en los territorios de ultramar, Cuba, el viaje a
Berlín al congreso de la Sociedad Alemana de Anatomía. Este viaje
supone su bautismo científico y el apoyo a su teoría neuronal por
parte de uno de los más eminentes histólogos de la época, Rudolf
Albert von Kölliker. Cuando llega a la cátedra de Madrid en 1892, las
grandes ideas ya habían sido gestadas y desarrolladas en gran me-
dida. Años más tarde, cuando insta a los más jóvenes a dedicar
tiempo y aplicar la voluntad a los problemas que apasionan el espí-
ritu del conocimiento, seguramente que echaba en falta su propio
sosiego y el tiempo de dedicación necesario. Otro de nuestros clási-
cos, Baltasar Gracián, lo definió diciendo: «Hay ocupaciones que son
polillas del tiempo precioso» y ser Premio Nobel tenía contrapresta-
ciones que llevaban a interminables pérdidas de tiempo.
Nada dentro del sistema nervioso e incluso otros tejidos escaparon
a la curiosidad sistemática de Cajal, su capacidad de comprender lo
más grande, de interpretar sus preparaciones en términos de unida-
des discontinuas, lo neuronal frente a lo glial, la polarización dinámi-
ca de las propias neuronas para su funcionamiento, y las reacciones a
las lesiones de nervios y tejidos neuronales entraron dentro de su ca-
pacidad de estudio y análisis. Creó una gran escuela de la que son
deudores todos los neurocientíficos del mundo; por desgracia nuestro
país no pudo obtener todos los beneficios deseados y por esas trage-
dias demasiado frecuentes en el solar de Iberia, se desmembró su es-
cuela y se centrifugó y exilió al mejor grupo y escuela científica que
jamás existió en nuestro país.
En 1959, cincuenta y tres años más tarde, Severo Ochoa, formado
en el espíritu de aquella facultad de Medicina de finales de los años
veinte y comienzos de la década de los años treinta del siglo XX, reci-
bía el Premio Nobel en Fisiología y Medicina, pero esta vez entregado
a los Estados Unidos. Faltan tres años para cumplir otros cincuenta y
tres años y uno se pregunta si el periodo de frecuencia entre las ondas
será el mismo, o si todavía será más dilatado. Tenemos buenas insta-
laciones en los centros del Consejo Superior de Investigaciones Cien-
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