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BEATRIZ MARTÍNEZ POVEDA Y COLS. AN. R. ACAD. NAC. FARM.
enfermedades y toda clase de males a las personas y sus ganados. En
el siglo XIII, el hipérico es mencionado en la relación de plantas
medicinales de la Escuela Médica de Salerno como Herba demonis
fuga («la hierba que pone en fuga al diablo») y todavía a comienzos
del siglo XVII los monjes franciscanos la usaban como Fuga Daemo-
num (2).
Aparte de estos usos «mágicos», el hipérico se ha empleado tra-
dicionalmente, tanto en uso externo como interno, con muy diver-
sas aplicaciones terapéuticas, incluidos su uso como promotor del
sellado de heridas y diurético, así como en el tratamiento de condi-
ciones neurálgicas, ciática y de mordeduras de reptiles venenosos. El
empleo de sus flores para estos usos ya fue documentado por los
antiguos médicos griegos Hipócrates (460-377 a.C.), Teofrasto (372-
287 a.C.), Dioscórides (primer siglo de nuestra era) y Galeno (131-
201). En su monumental «Plantas medicinales. El Dioscórides reno-
vado», Font Quer comenta que «las virtudes atribuidas al hipérico
son innumerables». Entre ellas, destaca que «goza la primera prefe-
rencia entre las plantas vulnerarias, por cuya razón su principal uso
es para mundificar y consolidar las heridas y ulceraciones, sean inter-
nas o externas, y por esto la llaman hierba militar» (3). Andrés de La-
guna, en sus comentarios, dice que «el hipérico es planta muy cono-
cida por toda España, a do suelen llamarla comúnmente corazoncillo,
porque hace las hojas a manera de corazones pequeños. Llámase tam-
bién perforata por las boticas a causa que sus hojas tienen infinitos
agujeritos por los cuales se translucen, como las telarañas» (4). Font
Quer señala que «precisamente el empleo del hipérico como vunerario
parece que, por lo menos, se acrecentó en los albores del Renacimien-
to, cuando privaba la teoría de los signos, y hay quien lo atribuye a
las señales de sus hojas, “perforadas” y, sin embargo, perfectamente
“cicatrizadas”» (3). En la «Cartilla Rústica» de Diego de Torres (5),
aparece una fórmula para preparación del aceite de esta planta.
En 1525, el médico suizo Paracelso establece su uso para el trata-
miento de la depresión, la melancolía y la sobreexcitabilidad. Desde
entonces ha sido usado en la medicina europea (sobre todo, centro-
europea) tradicional para tratar neuralgias, ansiedad, neurosis y
depresión. Además de su empleo en desórdenes psiquiátricos, en los
últimos dos siglos se ha venido usando externamente para tratar he-
ridas, magulladuras y esguinces, e internamente para combatir in-
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