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VOL. 72 (2), 317-341, 2006  SULFONAMIDA: EL GRUPO MÁGICO

nabrio, resina y grasa. El envenenamiento así producido tenía efectos
letales en la mayoría de los casos, pero ¡el enfermo moría curado!

    En la actualidad se sabe que ya existía la enfermedad, tanto en
el Viejo, en una forma denominada framboesia, como en el Nuevo
Mundo antes del año del descubrimiento. De hecho algunas momias
egipcias presentan lesiones cutáneas que muy bien podrían ser com-
patibles con la presencia de chancros o gomas sifilíticos. Puede ser,
sin embargo, que con la «fusión» de ambas espiroquetas, apareciera
un mutante altamente virulento.

    La enfermedad, que supone un azote para la humanidad, no res-
petó ni a reyes ni a pordioseros, hasta que a finales del siglo XIX un
médico judío dio con la clave. Pero no adelantemos acontecimientos.

    A mediados del siglo XVII, el químico alemán Johann Joachim
Becher (1635-1682), fue el primero en destilar la hulla, obteniendo
entre otras materias, un gas (gas de hulla o del alumbrado) y un
alquitrán (4). Ambos productos, como veremos, serán los grandes
protagonistas de esta historia.

    En la primera mitad del siglo XIX comenzó a utilizarse el gas del
alumbrado para iluminar las grandes capitales europeas. El primero
fue W. Murdoch en Birmingham, en el año 1798, y enseguida se co-
menzó a emplear en Londres, donde se fundó la primera compañía
en 1810 (5). La fácil disponibilidad de la hulla, que como ya se ha
dicho es la materia prima a partir de la cual se obtiene el gas citado,
conjuntamente con amoniaco, agua, alquitrán y el carbón de coque
para la industria siderúrgica.

    La tradicional competencia entre Alemania y el Reino Unido
motivó que el primer país se aprestase, prontamente, a llevar a Berlín
la luz de gas. La primera fábrica de este tipo se edificó en esta
ciudad por una compañía inglesa. Posteriormente se construyó otra,
ya genuinamente prusiana, en las instalaciones del Palacio de Ora-
nienburgo (Figura 5) un pueblecito cercano a la capital alemana,
formando parte de un complejo químico fabricante de diversas ma-
terias primas. La responsabilidad de la factoría fue encargada a un
oscuro químico llamado Friedlieb Ferdinand Runge, descubridor,
entre otras cosas, de la cafeína, atropina, alizarina, el ácido rosóli-
co, las velas de estearina y la cromatografía de papel (6). Hay una

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