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VOL. 71 (4), 873-904, 2005  LA INNOVACIÓN FARMACÉUTICA

     FIGURA 7. Distribución de la malaria y de zonas en las que el Plasmodium
     falciparum se ha hecho resistente a cloroquina y sulfadoxina-pirimetamina.

    En el campo de las posibles vacunas se han hecho notables es-
fuerzos y en el año 2004 ha habido una noticia relevante acerca del
éxito de una de ellas desarrollada en Mozambique con la colabora-
ción económica de la Fundación Bill y Melinda Gates, la OMS y
otras entidades, en una investigación que está dirigida por el Doctor
Pedro Alonso, Investigador del Centro de Salud Internacional del
Hospital Clínico de Barcelona. Sin embargo, hoy por hoy se requie-
ren nuevos fármacos que puedan administrarse oralmente, tengan
una toxicidad baja, eficacia inmediata, y sean muy baratos, ya que
la mayor parte de los enfermos tiene que subsistir con unos 15 $ al
mes. Los primeros sustitutos que se propusieron para los fármacos
anteriomente mencionados fueron la amodiaquina, en sustitución de
la CQ, y el cloproguanilo-dapsona (41) o la atovaquona-proguanilo
(Malarona® de GlaxoSmithKline) (42) como combinaciones antifola-
to. Sin embargo, dada la semejanza en los mecanismos de acción,
las resistencias a estos fármacos no se hicieron esperar. Fue enton-
ces cuando cobraron relevancia las artemisininas, entre las que se
encuentran los derivados artemeter y artesunato (Fig. 8). Por su
nuevo mecanismo de acción y su gran potencia, las artemisininas y,
en general, los endoperóxidos antimaláricos no producen resisten-

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