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JULIO ÁLVAREZ-BUÍLLA  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

ca de la Facultad de Farmacia de Madrid, y yo quisiera hacerla
refiriéndome al periodo más reciente. La Cátedra de Química Orgá-
nica aplicada a la Farmacia, que así se llamaba en los años treinta,
estuvo ocupada en esa década por Antonio Madinaveitia y Tabuyo,
un profesor con excelente formación científica adquirida en Zurich
y Berlín como becario de la Junta de Ampliación de Estudios, junto
al Profesor Richard Wilstätter (1), premio Nóbel en 1915. Decano de
la Facultad de Farmacia de la Universidad de Madrid, en la guerra
se exilió en México, donde creó el Instituto de Química de la UNAM.
La cátedra quedó vacante al final de la guerra civil, y fue ocupada
por Cándido Torres por traslado desde Barcelona.

    Cándido Torres procedía de la cátedra de Química Orgánica de
Farmacia de Barcelona, y se había formado en los años veinte, tam-
bién merced a las becas de la Junta de Ampliación de Estudios, con
Ernest Fourneau (2) del Instituto Pasteur de París. El Profesor To-
rres estuvo al frente de la cátedra de Madrid desde comienzos de la
década de los 40 hasta 1971, en que se jubiló. En este contexto surge
Gregorio González Trigo.

¿De dónde procedía Gregorio González Trigo?

    El profesor González Trigo estudió en la Facultad de Farmacia de
la Universidad de Madrid entre los años 1939-1944. Es pues, miem-
bro de la primera promoción de la posguerra. Esta promoción se
encuentra con la Universidad desmantelada como consecuencia de
la guerra civil, que provoca, entre otros efectos perversos, una au-
téntica quiebra de la institución. Autores como Giral (3), Sánchez
Ron (4) y López Ocón (5) entre otros, han analizado el desastre que
supuso la guerra civil y sus consecuencias para el desarrollo de la
ciencia y la universidad españolas. En este entorno, y con la otrora
flamante Ciudad Universitaria de Madrid, destruida por haber sido
frente de guerra, Gregorio González Trigo estudió en la antigua fa-
cultad, en esta casa. Y con una universidad en la que la muerte por
la guerra, el exilio y la depuración afectaron —son cifras pendientes
todavía de investigación detallada— al 50% de los catedráticos, Gre-
gorio tuvo que ser autodidacta. En 1947, lee su Tesis Doctoral (6),
dirigida por Cándido Torres, sobre “Contribución al estudio de los

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