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MIGUEL FERNÁNDEZ BRAÑA Y COLS. AN. R. ACAD. NAC. FARM.
macológicas del sistema nervioso central, por su posible interés como
hipnótico, llegando a la conclusión de que el nuevo producto, de-
nominado talidomida, era un gran sedante, una vez comparado
con otros fármacos afines. Sorprendentemente, la nueva sustancia
no presentaba actividad en el righting test del ratón. Adicionalmen-
te, tampoco mostró una toxicidad apreciable en las diversas especies
de animales de experimentación, por lo que Grünenthal concluyó
que disponía de un producto muy activo y dotado de una gran se-
guridad (1).
1
Curiosamente, la talidomida había sido sintetizada un año antes
por químicos de CIBA, siendo rechazada, pues los farmacólogos de
dicha empresa no encontraron una actividad farmacológica intere-
sante.
En el año 1956, la talidomida fue lanzada al mercado alemán,
convirtiéndose en la panacea para dormir, ya que era una excelente
alternativa a los barbitúricos cuya sobredosis podía conducir a la
muerte. Además, su empleo se extendió a las mujeres embarazadas,
ya que se observó que eliminaba eficazmente los mareos matinales
y como único efecto secundario indeseable se registraron solamente
algunos casos de neuropatía periférica de carácter reversible.
Pronto siguió la comercialización internacional de este fármaco
en más de 40 países (Inglaterra, Canadá, Escandinavia, Austra-
lia, etc.) y se buscó una compañía que la distribuyera en EE.UU. En
1959, Merrel Co. se interesó por la talidomida e inició los trámites
para que fuera admitida por la FDA americana, basándose única-
mente en los datos experimentales ofrecidos por Grünenthal, sin
realizar los test necesarios que estipula este organismo. Por este
motivo, la solicitud quedó en espera de datos para ser aceptada.
Gracias a este período de tiempo (poco más de un año), la talidomi-
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